Cuando el mar se tiñó de negro y naranja

El domingo 30 de abril y en el marco del Día del Trabajador 55 nadadores, 16 SUP, 15 kayakistas y 4 embarcaciones, además de la lancha de Prefectura Naval Argentina, realizaron la travesía de 4K que unió la costanera local con Náutico YPF.

El celular marca 6 grados, son las 10 de la mañana y la costanera céntrica no parece tener más movimiento que las camionetas del municipio –primero la seguridad urbana y luego la de tránsito- que recorren a paso de hombre la rambla cercano al edificio de guardavidas.

De hecho, lo que se anticipa a la realidad no se condice con las más de 70 inscripciones online que recibió el domador del Marqués Víctor Bonzano (JP) cuando habilitó el formulario google para poner en marcha otra cruzada: la unión de los clubes Náutico Espora con su par YPF en Km 3.

“Cuando pasamos las 70 inscripciones cerramos los formularios y nos se-guían llegando consultas para participar vía redes sociales”, sostiene Bon-zano en la previa a El Patagónico.

Lo que empezó como una cruzada sin intereses económicos, va ganando adherencia en el boca a boca. Incluso de los medios carroñeros de comunicación, que también quieren su tajada en la travesía y se prestan para “difundir” la actividad.

Nada es inmaculado. La primera nota te la dan. Ya para la segunda te piden una “pautita” a modo de colaboración.

Bonzano agradece pero acá no se trata de ver si son 10, 20 o 200 los que participan.

Acá se trata de hacer algo gratuito y abierto (como los bautismos que suman personas a nadar en el mar) y que no pierda el espíritu de ser un punto de encuentro y camaradería que le gane a la guerra de los egos.

7 AÑOS ATRAS

Siete años atrás, la “línea fundadora” de los DOM –como le gusta decir a Víctor- ya habían realizado la unión a nado desde la Universidad local hasta el centro.

En ese entonces Pablo Maccari, Andrés Moreno (EA), Eduardo Amado y Juan Manuel Diez Tetamanti (CFK) ya habían comenzado a sentar las bases de los Domadores del Marques. Primero en la costanera local, donde se conocieron nadando en forma individual. Y luego cuando decidieron de la nada acercarse a la redacción de El Patagónico, primero para presentarse en sociedad. Luego para anunciar la vuelta a la geografía que les dio nombre al grupo.

El acuerdo entre el cronista y los aventureros fue claro: si salía bien la travesía la noticia sería publicada en la sección deportes. Caso contrario iba a policiales.

La vuelta a la Punta del Marques solo sería el inicio de otras cruzadas, con los años se sumaría el Canal Beagle en Tierra del Fuego, Puerto Deseado, Lago Musters, Islas Leones y donde el espíritu y la osadía marquen el norte.

NARANJA Y NEGRO

La largada está prevista para las 11. Media hora antes comienzan a llegar vehículos de todos los tamaños y modelos. Algunos traen SUP (tabla de PVC que permite navegar erguido), otros kayaks y todos coinciden con el traje negro de neopreno y las boyas naranjas.

No hay banderas, banderines o similar de ninguna agrupación. Esto es una travesía colectiva, gratuita y sin intereses particulares.

Cercano a la hora de partida, Gabriela “Peque” Córdoba recorre la rambla haciendo firmar el deslinde de responsabilidades. Las personas están diseminadas a lo largo de la misma. No se sabe en realidad cuántos van a participar de la travesía, Víctor se lo ve preocupado, desde su 2.02 metros de altura supervisa y solicita que se vayan poniendo los trajes. Solo habrá una breve charla técnica y se pondrán a nadar.

En otra sintonía, Juan Manuel Diez Tetamanti y Andrés Moreno viven con alegría la antesala de la travesía. De hecho, sus 1.52 metro de estatura parece no contener lo que están a punto de vivir.

Un drone se pone en acción, los perros callejeros le ganan a los protagonistas y se meten al mar con tal de poder cazarlo.

El aparato tiene que detener su vuelo. Los 7 perros tienen más garganta que los domadores que intentan agrupar a todos –ahora sí son muchos- de espaldas al mar.

Desde Km 3 vienen dos “locos” que salieron temprano en kayak. Porque si bien son 4K, estos dos prefieren sumarle 2K más saliendo desde Náutico YPF.

La travesía se divide en 3 grupos: los avanzados que pueden ir a un ritmo de 2 minutos cada 100 metros –comandados por el experimentado Matías Rasgido- los otros dos grupos son repartidos entre los domadores.

Cuatro embarcaciones, sumado a la lancha de Prefectura Naval Argentina. Junto a 16 SUP, 15 kayakistas dan el marco de seguridad.

Las primeras brazadas le dan inicio a la cruzada. El mar se tiñe de negro y naranja.

LA MENTE, EL ENTUSIASMO, EL FRIO Y LA TECNICA

En cuestión de minutos, la costanera céntrica está desierta. Ni siquiera los vehículos quedan.

El cielo sigue gris, pero el pronóstico de lloviznas se presenta esquivo. En los nadadores resuena el consejo de Juan Manuel “pasando el muelle el mar es otra cosa”.

Las palabras se vuelven realidad con el grupo que se suma desde las costas frente a la Escuela Biología Marina.

Tardan más en hacer fondo para unirse al grupo que la travesía en sí misma. El mar castiga con correntada. Lo que obliga a nadar más allá de los límites del muelle de la playa de tanques de YPF.

El entusiasmo inicial y la mente pelean para sobreponerse al frío y a la co-rriente.

Desde la costa, el profesor de natación con aletas Eduardo Fernández sigue con atención el desarrollo de la travesía, muchos de sus alumnos de la pileta del Pueyrredón están en el agua.

“Siempre hay que tratar de no perder la técnica. Y en especial que la brazada no te quede corta, eso economiza recursos. Pero también es cierto que son 4K, y el frío y la corriente también hacen mella”, analiza.

Ya pasó casi una hora, comienzan a llegar los primeros 8 nadadores. Los nombres no importan –porque esto no es una competencia- hay aplausos y emoción. Pero el mar no cesa, los que siguen tratan de salir a la derecha de la vieja rambla de cemento de Náutico YPF, pero la corriente los tira hacia el costado contrario.

Cerca de 10 nadadores no pueden con la corriente y salen por el otro lado. Donde la escalera se posiciona como elemento de salida.

Los nadadores salen felices pero el cansancio se nota en los cuerpos negros. Hacen falta un par de minutos fuera del mar para que la temperatura les haga sentir los 7 grados.

Un par de mareados y acalambrados. Sumado a algunas asistencias de Jeremías Estivez y otros para salir del mar son las consecuencias mayores. Los kayaks son los que más sienten el rigor a la hora de salir del mar, que los saca de los mismos con la oleada final.

La familia espera, la gente se dispersa en torno de buscar calor. Víctor sigue preocupado. A pesar de ser el último en salir del mar, vuelve a supervisar. Juan y Andrés festejan. El resto se abraza, muchos son la primera vez que se ven. El objetivo está cumplido.

El frío no afloja, el guiso de lentejas espera. Y el mar recobra su color natural.

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