María José Juncos nació el 11 de junio de 1989 en Comodoro Rivadavia. Su vínculo con la fotografía comenzó mucho antes de imaginarlo como profesión. Desde muy chica, en los encuentros familiares, la cámara estaba siempre presente. Su abuelo Horacio registraba en video y su abuela Esther se ocupaba de las fotos fijas. Ese gesto cotidiano de preservar la memoria dejó en ella una huella indeleble: “Siempre estaban registrando los momentos. Yo crecí viendo cómo una cámara era capaz de retener pedacitos de la vida”, relata en comunicación con El Patagónico.
El verdadero descubrimiento llegó cuando tenía ocho o nueve años, durante una salida al campo con su hermano Nico. Ese día le prestaron una cámara sus padres por primera vez. “Fue una sensación muy fuerte, me encantaba ver y registrar. Desde ahí supe, aunque todavía no lo podía poner en palabras, que eso me movilizaba de una manera distinta”.
A los 15 años pidió como regalo de cumpleaños una cámara en lugar de una fiesta. Su papá Marcelo fue quién le dio de sorpresa la máquina de fotos. Ese gesto, que podía parecer excéntrico, se transformó en una declaración de principios: “Era mi manera de decir que quería observar, contar y, sobre todo, crear”.
Desde entonces, la Patagonia se convirtió en la materia prima de su mirada. La crudeza del clima, los paisajes desiertos y la sensación de vivir lejos de los centros de poder fueron, y siguen siendo, elementos inseparables de su obra. “No es lo mismo nacer en Capital Federal que en lo que muchos llaman ‘el culo del mundo’. Acá las oportunidades son más difíciles y el clima es tremendo. Eso nos vuelve más aguerridos. El territorio me atraviesa, y en mis fotos puedo hablar de la vida, de la muerte, de las sombras y de la luz”.
Ese paisaje, tan inhóspito como fascinante, también moldea a las personas: “El viento nos da forma, igual que a los árboles torcidos que crecen desafiando la hostilidad. En los cuerpos, en los gestos y en las resistencias, el territorio siempre está presente”. Con apenas 20 años, ya no había dudas: la fotografía no era un pasatiempo, sino una forma de habitar el mundo.
Ha realizado estudios en el Instituto Nacional de Enseñanza Radiofónica de La Plata y distintos cursos de fotografía de retrato con Teodoro Nurnberg y Mariano Huberty, así como de fotografía de moda con Gastón Gentile. En 2017, la revista Noche Polar publicó algunas de sus fotos de la serie “Rey nacional del orgullo LGTBI”.
CUANDO EL ARTE ENCUENTRA SU PROPIA VOZ
Como muchos artistas emergentes, Juncos comenzó con trabajos comerciales: sesiones de cumpleaños y producciones para clientes. “Hacía boxes de nenes de un año, cumpleaños de 15, todo eso. Pero un día me dije: ‘Esto no es lo que quiero’”.
El quiebre llegó cuando empezó a confiar en sus proyectos personales. Su primera publicación en Vogue Italia y la inclusión en el libro español Flamantes confirmaron que su camino iba por otro lado. “Ahí entendí que, aunque muchos no comprendieran lo que estaba haciendo, tal vez era por ahí”.
ENTRE LA TÉCNICA Y LA INTUICIÓN
Tras sus primeras experiencias autodidactas, talleres de fotografía en Comodoro y un recorrido intenso, Majo buscó ampliar su formación. El deseo de profesionalizarse la llevó a interesarse por la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC). Cuando la institución en 2022 abrió una sede en Comodoro, se inscribió sin dudar, aunque la orientación era hacia la animación 3D, un terreno totalmente nuevo para ella.
Lejos de intimidarse, se animó a ingresar. “Entrar fue como conocer otro tipo de lenguaje. Hacer películas siempre había sido un sueño, y de pronto estaba ahí, aprendiendo una herramienta que nunca había imaginado”.
El desafío fue enorme: largas jornadas de estudio, la maternidad de su hijo pequeño y la necesidad de sostenerse económicamente. “La ENERC es una experiencia demoledora. En mi caso, además, soy mamá, así que es como hacer malabares con el tiempo. Pero ahí entendí que no hay edad para estudiar, que los sueños se trabajan y que siempre se puede crecer”.
La escuela le permitió experimentar un cruce fecundo entre disciplinas. La especialización en iluminación cinematográfica, por ejemplo, marcó un antes y un después en su manera de fotografiar: “Descubrí que podía usar las luces del cine para la fotografía, crear otro tipo de imágenes, más cercanas a lo que realmente quería contar”.
Ese proceso le enseñó la importancia de la técnica, pero también la libertad de romperla: “Primero necesitaba conocer lo correcto para después animarme a desarmarlo. Lo impecable no decía lo que necesitaba decir. El error, en cambio, me permite expresar”.
RETRATAR LA DISIDENCIA, HABITAR LA RESISTENCIA
En 2018, cuando su hijo tenía apenas un año, Juncos comenzó a preguntarse por los cuerpos y la violencia que los atraviesa. De esa reflexión nació Cuerpas Disidentes, un proyecto que buscó retratar 300 cuerpos diversos para cuestionar los modelos estéticos hegemónicos.
El trabajo la llevó a retratar en su propia casa, en un clima íntimo y respetuoso, y luego a colaborar con cineastas y fotógrafos como Julieta Rotondi. El objetivo era claro: mostrar que la mayoría de los cuerpos reales están por fuera de los parámetros dominantes, profundamente marcados por un ideal eurocéntrico y excluyente.
“Para esos cánones, nuestros cuerpos son villanos de la historia de la humanidad. Nos quieren rubias, flacas, de ojos claros. Y nosotras somos argentinas, patagónicas, mestizas. Nada de lo aspiracional tiene que ver con nuestro territorio ni con nuestra identidad”.
El proyecto también dialoga con los vaivenes del feminismo en la Argentina: los avances en derechos desde 2018 y la actual amenaza de retrocesos. Para Juncos, el arte debe visibilizar lo que incomoda y oponerse a los moldes uniformadores.
Su ética de trabajo es inquebrantable: explica cada sesión, garantiza consentimiento y envía las fotos antes de difundirlas. “Mi fotografía no busca sexualizar, sino mostrar lo humano, lo íntimo, lo vulnerable. Siempre desde la confianza y el amor”. Cuerpas Disidentes sigue en proceso, pero ya dejó huella como espacio de resistencia y de encuentro.
INFLUENCIAS Y REFERENTES
Juncos reconoce que su obra está atravesada por múltiples influencias. Entre los fotógrafos que más la marcaron menciona a Vivian Maier, Diane Arbus, Martin Parr, Gregory Crewdson, Annie Leibovitz y Helmut Newton. “Tengo un listado grande de fotógrafos, pero siempre pienso que la fotografía también se nutre de la pintura, del cine y de la literatura”.
De la pintura, rescata especialmente a Edward Hopper, cuya manera de trabajar la luz y la soledad la inspiró profundamente. En el cine, sus referentes son amplios: Pedro Almodóvar, John Waters, David Lynch, Sofía Coppola —con especial impacto de Las vírgenes suicidas—, Jonas Mekas, Tarkovsky e Ingmar Bergman. “El cine documental me atraviesa de una forma tremenda”.
Libro "Flamantes".
La literatura ocupa un lugar central en su vida: Alejandra Pizarnik, Marosa di Giorgio, Susan Sontag, Sylvia Plath y Roberto Bolaño forman parte de su universo de lectura. También nombra a Burroughs, Ray Bradbury y Aldous Huxley como autores que la inspiran a pensar en futuros posibles y en alertas sociales. “La literatura es todo para mí, es refugio y es un buen ejercicio para la mente y para el alma. Me recuerda que no estoy tan sola y que otros también piensan y sienten como yo”.
En la música, The Cure es su “banda sonora vital”, a la que se suman influencias como Pet Shop Boys, Oasis, Nirvana y Amy Winehouse. Incluso la serie animada Daria se convirtió en un faro generacional y personal: “Fui muy fan de Daria, todavía lo soy. Fue como un antígeno que me atravesó y me ayudó a procesar lo que me estaba pasando”.
EL ERROR COMO LENGUAJE
Uno de los rasgos más distintivos de la obra de Juncos es la reivindicación del error como herramienta creativa. Para ella, lo “perfectamente expuesto” o “demasiado nítido” no expresa lo que busca transmitir.
Esa búsqueda estética la llevó a improvisar con lo que tenía a mano: luces de emergencia, faros de autos o linternas reemplazaron más de una vez al equipamiento profesional.
“En Comodoro no hay lugares para alquilar equipos, entonces todo es mucho más a pulmón. Resolver desde la precariedad también te obliga a ser creativo”.
Juncos se reconoce fascinada por los extremos: planos en donde domina la sombra absoluta o la luz intensa, casi sin transiciones. Esa clave baja, que evita lo pulido y abraza lo imprevisto, se convirtió en parte de su sello.
“El error es fundamental para lo que quiero expresar: abre otra mirada, más humana, más verdadera”.
DE LA INTEMPERIE AL ESCENARIO
Aunque su obra viajó a escenarios internacionales, Juncos reconoce que gran parte de su inspiración surge del entorno inmediato y de la fuerza creativa de otros artistas patagónicos. En sus palabras, ser artista en el sur “es sinónimo de resistencia”, y esa resistencia se refleja en quienes crean en condiciones adversas.
Admira colectivos como Actitud Pandora, la audacia de Silvia Araujo en La Bendición, y el talento musical de Glacé, Alejandro Julián Plaza, Nico Hernández. También menciona a artistas visuales como Mica Torres, Luciana Romero, Luciana Gatica, Mercedes Villegas, e impulsos culturales de referentes como Irina Svoboda y Mariano Britos.
“En la Patagonia hay un talento increíble, lo que falta es difusión. Es un hallazgo constante descubrir artistas que, desde la precariedad y la intemperie, levantan obras de una fuerza conmovedora”.
EXPOSICIONES Y RECONOCIMIENTOS
Además de sus publicaciones en Vogue Italia y Flamantes, el recorrido de Juncos incluye participaciones en plataformas digitales como Fotobox y Fotosfera. Estos espacios funcionaron como vidrieras que acercaron su trabajo a curadores internacionales: así fue seleccionada para exhibir en el Pérez Art Museum de Miami, en el marco de un congreso de mujeres.
La experiencia de ver su obra impresa y expuesta en la Patagonia fue, sin embargo, la más significativa. En 2024 y ahora en 2025 repite su participación en el Centro Cultural de Rada Tilly de la exhibición “30 Fotogramas” bajo la curaduría de Mariano Britos. “Fue muy emocionante verlas todas juntas, impresas y transmitiendo algo a quienes se acercaban. Ver la reacción del público en mi ciudad fue más fuerte que cualquier publicación en el extranjero”.
Si bien reconoce que no siempre se identifica con la lógica de las plataformas digitales, valora las oportunidades que le brindaron para difundir su trabajo y generar contactos. “Al principio me bajoneaba cuando no seleccionaban mis fotos, pero después entendí que no se trataba de encajar en todos los espacios, sino de seguir mi propio camino”.
LA MEMORIA COMO FORMA DE TRASCENDER
Para Juncos, la fotografía es una forma de resistencia, de arraigo y de memoria. La Patagonia, con su viento y su desierto, atraviesa cada imagen. Crear en el sur implica enfrentar hostilidad y falta de recursos, pero también construir comunidad: “Siempre el financiamiento se lo llevan a Buenos Aires. Crear acá es hostil, pero los artistas patagónicos resisten. Y ese acto de no rendirse es profundamente político”.
El futuro de Juncos combina fotografía, escritura y cine. Prepara junto a Escoria Ediciones su primer libro de fotos con textos personales y sueña con culminar Cuerpas Disidentes y dedicarse al cine.
Más allá de los proyectos concretos, su motor es la trascendencia: “Siempre tuve miedo a la muerte, y con eso la obsesión de trascender. Ojalá mi obra pueda acompañar a otros, hacerlos sentir menos solos. Al final, se trata de eso: de ser fiel a lo que uno siente, de celebrar ser distinto y de dejar algo que pueda ser memoria para otros”.
Instagram: @majo_juncos