Jorge Roberto Castillo, conocido como "Tony",se convirtió en mayo de 2002 en "el degollador" de la Torre 4, el mismo complejo habitacional en el que pocos años antes Marcelo Alejandro García cobrara fama luego de matar y descuartizar a Magda Silva.
Castillo (hoy a punto de cumplir 39 años) residía en Caleta Olivia y desde allí vino en los últimos días del mes de abril para quedarse hasta el 1 de mayo en la vivienda de Néstor Herrera, un docente nacido en San Fernando del Valle de Catamarca que en aquellos días integraba la comisión de representantes que exigía mejores condiciones salariales.
Castillo atacó por la espalda a Herrera con un cuchillo a la altura de la octava costilla izquierda, que seccionó vasos del paquete vascular del pulmón y lesionó el lóbulo inferior del pulmón izquierdo. El corte fue de izquierda a derecha en forma ascendente y de atrás hacia adelante. Pero lejos de conformarse con tamaña agresión, Castillo prosiguió con su obra macabra.
Allí, en el departamento "B" del piso 9 del complejo, seccionó el cuello del profesor de la Escuela 722 con un cuchillo de 16,03 centímetros de hoja. Le hizo una herida de 13 centímetros de largo. El profundo corte en la garganta seccionó la tráquea por encima del hueso hioides, los músculos y las arterias tiroideas superiores de ambos lados.
Castillo degolló a Herrera para luego provocarle heridas cortantes en el tercio superior del tórax sobre los huesos de la clavícula. Además, cortó a su víctima en la cara anterior del abdomen, en el flanco izquierdo.
A Herrera le llevó la vida la hemorragia aguda que le provocó la sección de vasos del paquete vascular del pulmón, que provocó un shock hipovolémico que le causó un paro cardiorrespiratorio.
Castillo,además de ultimar a Herrera con tanta alevosía, se apoderó de las llaves del automóvil Volkswagen Gol de la víctima, una campera marrón, medallas y hasta un par de zapatos marrones con cordones y suela de goma.
Después le llevó hasta el reloj al muerto y una cámara fotográfica que guardó en un bolso negro de tela de avión.
La sangre que rodeaba el cadáver era abundante. En la cama una mancha sobre el borde del colchón se presentaba de manera absorbida y en forma de arrastre. Sobre la sábana había otras cuatro que correspondían a la limpieza del cuchillo. Junto a las patas traseras de la cama se encontró una frazada y una sábana con sangre en considerables proporciones. Y colgado sobre el listón izquierdo, un par de medias que también tenían manchas hemáticas.
Sobre la mesa del comedor había gran cantidad de papeles, libros en su gran mayoría atinentes a política y manuscritos relacionados con la lucha gremial docente de aquella época, así como textos sobre las dictaduras y otros gobiernos de la República Argentina.
El gabinete de Criminalística a cargo del comisario Claudio Spagolla se encargó de levantar gran cantidad de indicios en el lugar, como las colillas de cigarrillos y las huellas palmares de los azulejos del baño. Del cesto de basura incluso incautaron un paquete de cigarrillos marca Philips Morris.
Los investigadores confesaron que nunca en sus años de trabajo vieron el cuadro macabro que encontraron en esa habitación. El cuerpo de Herrera tirado al borde de la cama. "Había estalactitas de sangre" describieron. El horror frente a ellos.
"La alevosía como sinónimo de perfidia y traición" citaría la fiscal del caso, Liliana Ferrari, al penalista Marco Terragni. El causar daño en el que confía en uno, asegurándose el objetivo que en este caso era matar evitando que la víctima se defendiera.
Se trataba de un homicidio sin piedad. Castillo había atacado por la espalda en la intimidad de la habitación a un Herrera totalmente desprotegido.Otro Herrera, Oscar, fue el juez de instrucción que trabajó en el caso.
IDENTIFICACION
DE UN HOMICIDA
Castillo, nacido el 5 de enero de 1977 en Esquel y de oficio panadero,había dado muchos pasos en falso en la búsqueda de escapar del crimen. Se llevó el vehículo Volkswagen Gol de su víctima para ir hasta la terminal de ómnibus y lo abandonó en Almirante Brown casi esquina Pellegrini. Allí dejó dos rastros dactilares importantes. Los peritos levantaron la muestra del vidrio de la ventanilla delantera derecha y otro del retrovisor, al que debieron extraerlo por completo:Castillo había acomodado el espejo a su posición en la butaca.
El cuerpo de Herrera fue hallado el 2 de mayo de aquel 2002 a las 0:40 en su departamento. Lo encontró muerto su cuñado, que tenía llave para alimentar a los dos gatos siameses. La puerta del departamento estaba cerrada sin llave, solo con el pestillo de la cerradura.
El cuñado de la víctima -que esa madrugada concurrió con sus hijos- comentó en los albores de la investigación que Néstor era docente e integraba la comisión que estaba en huelga. Había viajado el 26 de abril a Rawson en reclamo de mejoras salariales. Con esa primera información aún sin analizar los indicios totales, los investigadores temían que lo hubiesen matado por su actividad sindical.
Sin embargo, con el correr de las horas la hipótesis del homicidio agravado por el robo comenzó a barajarse cuando las hermanas de la víctima reconocieron los objetos que faltaban.
El domingo 28 de abril, a las 10, Herrera había llamado por teléfono a su cuñado diciéndole que esa tarde tenía una reunión con los docentes, por lo que no iría a la casa, como tampoco los días subsiguientes, ya que estaría ocupado. Le dijo que le hablaba de un teléfono público porque el de su vivienda no funcionaba. El lunes 29 Javier, otro integrante de la comisión docente, comenzó a preguntar por Herrera, ya que le extrañaba que se hubiera ido sin llevarse la plata que juntaba de la recaudación. Fue por la insistencia de este hombre que su cuñado pasó por el departamento y se encontró con un cuadro que no olvidaría jamás.
De los dos gatos solo había uno, ya que al restante el asesino lo había tirado por la ventana. El dormitorio de Herrera estaba cerrado con una puerta plegadiza y con traba puesta desde afuera. El primer llamado de alerta fue dado al Cuartel Central de Bomberos.
Herrera vivía solo y no prestaba el auto a nadie que no fuera de la familia. Los testimonios daban cuenta de que se lo veía acompañado al menos una vez al mes por un joven que lo llamaba "tío". No era otro que Castillo, por entonces de 25 años. Con dos testimonios concretos, uno de ellos el de su sobrina, se confeccionó un retrato hablado de ese acompañante. Era un joven de entre 25 y 30 años con barba, delgado, de 1,60 metros de estatura y cabello castaño oscuro. No era otro que Castillo. Los dos retratos con testimonios diferentes coincidieron en todos los aspectos.
COMIENDO UNA MANZANA
Ramón, el portero del edificio,dijo que el 27 de abril vio al sospechoso y a Herrera juntos, volviendo de hacer las compras. Incluso aportó una de las pistas más importantes. Una mañana llegó a las 7:55 al lugar en su vehículo y se quedó en el mismo haciendo tiempo cuando vio a Castillo salir de la Torre 4 con dos bolsos, uno colgado al hombro y el otro -de color negro-en la mano derecha.
Comentó que Castillo había caminado hacia el vehículo Gol que estaba allí estacionado y que pertenecía al preparador físico de Gimnasia y Esgrima. Abrió el auto, se sentó en el asiento del conductor y mirando el interior aparentemente se dio cuenta de que no era el auto que buscaba, por lo que salió presuroso rumbo al rodado de Herrera. El sospechoso se bajó y entró otra vez a la Torre 4, ya sin los bolsos, y a los 10 minutos volvió comiendo una manzana, se subió al auto y se fue.
Lo que más le llamó la atención al portero fue que el joven condujese el auto porque siempre lo hacía Herrera. Se trataba de Castillo, el homicida que huía tranquilo del lugar del crimen. Por su parte, dos empleados de la recolección de basura comentaron que el lunes 29 de abril uno de los gatos siameses apareció muerto en el contenedor.
La Brigada de Investigaciones, con la ayuda del retrato hablado, pudo identificar a Castillo que el lunes 29 de abril a las 20 habría abordado junto a un testigo clave el colectivo de Caleta Olivia con destino a Comodoro.Allí le había dicho Castillo que venía a visitar a un amigo que vivía en Las Torres.
El 1 de mayo a las 8:30,a ese mismo testigo Castillo le golpeó la puerta de la casa para pedirle un boleto o un peso porque decía que se tenía que ir a Caleta y se había quedado sin plata.
El 6 de mayo, con todas las pruebas reunidas,Castillo fue detenido en Caleta Olivia y trasladado a la alcaidía de Comodoro. En su contra había muchas evidencias. Guardaba en su casa del barrio 2 de Abril de Caleta Olivia la campera marrón de la víctima con cuello de piel, una medallita con la inscripción de Cristo de un lado y la Virgen del otro,y otras medallas, una de ellas con la inscripción "N.H."
Incluso los investigadores encontraron en su casa los zapatos del malogrado docente que en la suela derecha tenía escrito su apellido por el zapatero Hugo Villegas, al que el docente le había llevado el calzado para que le pusiera la horma y le quitara unas tiras de cuero que cruzaban por encima de los cordones.
También encontraron el reloj pulsera marca "JapanNavt", el bolso negro y la cámara fotográfica. Incluso tenía todavía guardada la llave del Gol de Herrera y hasta el cuchillo de mango de madera recubierto con alambre dulce.
El análisis escopométrico coincidió plenamente en que los rastros de sangre encontrados en la sábana -producto de la limpieza del cuchillo sobre las mismas- eran compatibles con la hoja del secuestrado en su vivienda. Incluso el estudio de luminol arrojó que en el cuchillo había presencia de sangre en la unión del cabo y la hoja.
PROCESO Y CONDENA
La fiscal Liliana Ferrari, titular de la Procuración Fiscal Nº 2 de impecable investigación junto a los sabuesos policiales,calificó el hecho como "homicidio agravado en concurso real con hurto, en concurso real con hurto de automotor".
El 19 de mayo de 2003, el fiscal de Cámara, Carlos Moreno, pidió que se lo juzgara a Castillo por homicidio calificado por haber sido cometido con alevosía, en concurso real con hurto simple en concurso real con hurto de automotor.
Dijo que la muerte se encontraba agravada por haber sido alevosa, teniendo en cuenta que la víctima se encontraba privada de ropas, como así la especial relación que tenía con el acusado encontrándose inerme. Dijo que no había signos de lucha, que fue herido en la espalda y que se encontraba desvalido. Y pidió que se le aplicara al acusado la pena de prisión perpetua.
El defensor, Sergio Oribones, pidió que a Castillo se lo absolviera porque a su criterio no había pruebas que lo incriminaran como el autor material del homicidio. Que las huellas encontradas en el baño no se podía determinar en qué momento fueron dejadas y que la sangre hallada en el cuchillo no pudo acreditarse por estudio de ADN si era o no de Herrera. Incluso dijo que había signos de que en el lugar hubo una pelea, como la rotura del lavamanos y el desplazamiento de la cama. Dijo que los elementos hallados de la víctima en poder de Castillo podían haber sido obsequiados o prestados por Herrera, en funciónde la buena relación que ambos mantenían.
Para el defensor Fernando Serer, el crimen que había ocurrido en la habitación y con la víctima que solo vestía un calzoncillo de color naranja, era un crimen con características netamente pasionales. Y que la violencia de la agresión estaba dada por la emoción.
Finalmente, los jueces María Gerzicich de Scapellato, María Elena Nieva de Pettinari y Luis Daniel María Pintos -de la Cámara Primera en los Criminal-condenaron a Castillo por "homicidio simple, en concurso real con hurto agravado por el uso de la llave verdadera sustraída y por ser del automotor en la modalidad de delito continuado" a 19 años de prisión que actualmente cumple en la Penitenciaria 9 de Neuquén luego de su paso por la U6 de Rawson. Su última visita extraordinaria de 20 días, según figura en su prontuario judicial, es del año 2008 a Comodoro Rivadavia.
En agosto del 2002, mientras estaba detenido, había protagonizado una quema de colchones en la alcaidía. Para los celadores, quiso distraer la maniobra de fuga que realizaba por los techos; por eso fue derivado a una unidad penitenciaria.