Un fallo judicial emitido en Córdoba se convirtió en el centro de la discusión aerocomercial al establecer una indemnización inédita contra Flybondi. El Juzgado Federal N°1, encabezado por el magistrado Carlos Arturo Ochoa, condenó a la empresa a pagar más de $1,5 millones a un pasajero que sufrió tres reprogramaciones seguidas en un vuelo de Córdoba a Buenos Aires, situación que lo dejó al borde de perder una conexión internacional rumbo a Israel.
El usuario, ante la falta de alternativas por parte de la compañía, se vio obligado a comprar un pasaje de Aerolíneas Argentinas por $246.950 para completar el tramo que Flybondi no garantizó. Ese monto fue reconocido como daño emergente. Pero el eje de la sentencia estuvo en el segundo tramo de la condena: $1.300.000 por daño moral, un valor excepcional dentro de la jurisprudencia argentina en materia aeronáutica.
El juez consideró probado que la acumulación de reprogramaciones —aunque la última fuera inferior a las cuatro horas fijadas por la normativa— generó un cuadro evidente de angustia, incertidumbre y estrés para el pasajero, agravado por la ausencia de respuestas claras y oportunas de la aerolínea. Según la resolución, Flybondi tampoco cumplió con la obligación de informar con la antelación debida ni de ofrecer alternativas viables, como la reubicación en un vuelo de otra empresa.
El impacto del fallo ya trasciende el caso individual: especialistas del sector advierten que podría convertirse en un precedente relevante para futuros reclamos, especialmente en un año marcado por demoras, cancelaciones y modificaciones operativas en un sistema aerocomercial sometido a tensiones crecientes.
Aunque la ANAC avanza en modernizar los mecanismos de reclamos y en reforzar la supervisión sobre las aerolíneas, la decisión judicial introduce un mensaje contundente: el perjuicio emocional también cuenta, y debe ser resarcido. Para las compañías, el fallo opera como una advertencia en un momento donde la experiencia del pasajero vuelve a estar en el centro del debate.