Alfredo Pérez fue docente de Historia, Trabajo Social, Ciencias Políticas y compartía sus conocimientos también en los supermercados y confiterías, bares y calles de Comodoro Rivadavia, donde se lo veía cada mañana.
Hijo de los fundadores de la mítica Casa Saúl, en 25 de Mayo al 900, caminó el centro antes que otro lugar y así empezó a ser conocido. Fue personaje antes que profesor.
Con los años tendría diferentes sitios de parada, en lo que se hizo conocido. La Fonte D’ Oro era su parada favorita (donde hoy funciona Naldo) y cuando cerró solía vérselo en Barile de San Martín al 500, aunque también pedía su café –y los diarios- en la confitería del Hotel Austral.
Siempre le apasionó la política universitaria, quizás por sobre otro tema, y en el renacer democrático supo militar en el Partido Acción Chubutense (PACh), aunque luego se iría acercando más al peronismo.
Cuando se normalizó la Universidad San Juan Bosco, era aún estudiante de Historia y enseguida participó de la organización del centro de Humanidades y Ciencias Sociales, junto a Miguel Montoya, Claudia Coicaud, Mario Sánchez, Silvia Martínez y Miryám Monasterolo, entre otros.
También “Guago” (no muchos deben conocer por qué lo llamaban así) fue autoridad de la facultad de Humanidades en el amanecer de este siglo. Siempre estuvo ahí. Kilómetro 4 era su otra casa. Participó de varios acontecimientos, como en los actos de repudio a los alzamientos militares de la Semana Santa de 1987 y de los años siguientes. Lo convocaba toda manifestación. El miércoles 10 de septiembre pasado, por ejemplo, ahí estaba mientras se elegía a quienes luego designarían a las nuevas autoridades. Y en el Aula Magna asistió en octubre a las tres votaciones que consagraron al nuevo rector.