Una iglesia comenzó a implementar una aplicación para controlar a sus fieles y que no cometan pecados, pero desató un verdadero infierno. La utilización insólita de esta tecnología la llevó adelante una congregación evangélica bautista de los Estados Unidos llamada Gracepoint.
La idea surgió a raíz del razonamiento de los representantes de la comunidad religiosa que consideraron que, si el teléfono es la constante compañía de los fieles, sería un socio ideal a la hora de controlar que los creyentes estén cumpliendo las órdenes de Dios.
Los pastores de la congregación Gracepoint pidieron a sus devotos que instalen la App Covenant Eyes, que entre algunas funciones es anti-pornográfica y limita el uso que las personas hacen de la web. Además, brinda un detallado informe de la actividad digital de sus usuarios, que lo envía directamente a la congregación para su posterior análisis de lo que es pecado o no.
Los fieles que ya descargaron la aplicación en su teléfono móvil comenzaron a recibir reprimendas de los religiosos por sitios a los que habían ingresado. Así fue como muchos se opusieron al sistema por sentirse invadidos en su intimidad y se desató la polémica entre el cielo o el infierno.