La escalada del dólar, que el viernes superó la barrera de los 29 pesos, se refleja claramente en el comportamiento de los precios al consumidor. Un informe de Scanntech, que censa todos los productos vendidos en los autoservicios, incluidos los chinos y las cadenas chicas independientes, detectó una suba promedio del 20,4% en los últimos seis meses (hasta el 22 de junio) versus el mismo lapso del año pasado.
Sin embargo, la aceleración más fuerte de los precios se dio en las últimas tres semanas, en junio. En este período prácticamente se acumuló casi la mitad de la variación de los precios. “Con lo cual esto preanuncia nuevas subas”, señala Gustavo Mallo, analista de la consultora, “porque el dólar siguió trepando en los últimos días”.
Otro ejercicio para mostrar la evolución de los precios fue medir el costo de los productos en la semana número 25 de este año y compararla con la misma semana del 2017. “Esa variación nos dio una suba acumulada del 23,5%, lo que demuestra la aceleración de la inflación en las últimas semanas”, indicó el analista.
La metodología que utiliza Scanntech es censar los precios de cada producto vendido en 900 puntos de venta en todo el país. Es decir, los artículos pasados por el scanner de los comercios.
La aceleración de la inflación es el freno más fuerte para el consumo masivo, que viene dando señales de debilidad desde que comenzó el año.
Según la medición de la consultora Kantar WorldPanel, la canasta de consumo masivo cerró en mayo sin variación en el volumen -con respecto a igual mes del año anterior-, y registra una caída de un 0,5% acumulada de los primeros cinco meses del año -de enero a mayo-.
“Que la canasta de consumo masivo esté estable en los primeros meses del año con respecto al año anterior, no es una noticia alentadora pensando en el segundo semestre”, opinó Federico Filipponi, director comercial de esa consultora.
Para entender el impacto de la turbulencia financiera en el consumo masivo “se deberían esperar los datos de consumo de los meses de junio y julio”, dijo Filipponi y explicó: “en términos de estratos sociales podemos visualizar que los hogares de menores recursos -bajo superior y bajo inferior-, son los que más sintieron el impacto en los últimos tres meses. Las mejoras de cierre 2017 se licuaron, y volvieron al mismo nivel de consumo del piso de 2017”.
La aceleración de la inflación de los últimos meses con la consecuente pérdida de salario real y, los precios de la canasta -que mide Kantar Worldpanel-, que pasaron de una variación interanual de un 17% al cierre 2017, a una de un 21% en mayo pasado, son los motivos de la caída del consumo masivo en los hogares de menores recursos.
“Con un ingreso que rinde menos, los hogares de bajos ingresos restringieron sus visitas a los centros de abastecimiento, dejaron de hacer compras grandes que implican mayores desembolsos en mayoristas o hipermercados, y volvieron al autoservicio del barrio, que les permite controlar mejor su gasto y desembolsar una suma menor de dinero por cada acto de compra”, argumentó Filipponi.