"La chica del tren", una novela que "fisgonea en vidas ajenas"

Nunca en la historia de la literatura una novela había vendido tanto en tan poco tiempo, un hito que redobla su impacto si se toma en cuenta la escasa trayectoria de su autora.
Con una trama que hace foco en el tentador impulso de fisgonear en vidas ajenas y trazar hipótesis improbables a partir de fragmentos, la novela "La chica del tren" lleva vendidos más de seis millones de copias en todo el mundo y ha catapultado a su autora, la británica Paula Hawkings, que se inspiró en sus trayectos diarios de tren para delinear un thriller sin respiro en torno a una idílica pareja que acaba envuelta en un crimen.
Difícil precisar las razones por las cuales llegó tan lejos un libro que explota la vocación voyeurística del ser urbano y plantea las trampas a la percepción: nunca en la historia de la literatura una novela había vendido tanto en tan poco tiempo, un hito que redobla su impacto si se toma en cuenta la escasa trayectoria de su autora.
Ni la llegada de "Grey", el cuarto volumen de la saga erótica "Cincuenta sombras de Grey", ha logrado correr de la cima del ránking de más vendidos a este texto que por la ambigüedad de los personajes y el pulso de thriller apabullante se presenta como una variante ingeniosa de "Perdida", la novela de Gillian Flynn con la que comparte algunas semejanzas, pese a que Hawkings ha confesado que su verdadera influencia ha sido el film "La ventana indiscreta" de Alfred Hitchcock.
"La chica del tren", recién editada en la Argentina por Planeta, discurre entre las teorías y devaneos de una joven desempleada y alcohólica que en su trayecto diario de tren se dedica a espiar la cotidianidad de una pareja en apariencia idílica, hasta que un día la escena encantadora se trasmuta y la voyeur cree estar ante un crimen consumado.
Poco fiable por su afición a la bebida, Rachel decide emprender una pesquisa personal para dilucidar si su percepción es atinada o ha sido alterada por el sopor etílico, ya sumergida en una trama que a la manera del paradigma trazado por Hitchcock fusiona ambigüedad, angustia y sospechas para plantear las trampas de la percepción y las dificultades para dilucidar las fronteras entre ser y parecer.
La protagonista de "La chica del tren" se entretiene husmeando en vidas ajenas para no confrontarse con su declive emocional: Rachel ha perdido su marido, su hija, su casa. Con sus certezas disueltas en el vino blanco con que emprende su desayuno, todas las mañanas toma un tren hacia ninguna parte, desde el que captura la escena conyugal que opera como disparador de la trama de suspenso.
"Rachel es una persona normal a la que le ha ido terriblemente mal en la vida. Mucha gente podrá reconocer lo fácil y repentinamente que se puede caer en desgracia", explicó Hawkins en una entrevista reciente, una de las tantas que concedió desde que se convirtió en best-seller.
"Es difícil saber por qué le ha ido bien. Hay elementos con los que la gente se puede sentir identificada, como el voyerismo, o la sensación que recordamos de los desplazamientos diarios en un tren para ir a trabajar. Si supiera cuál es la razón del éxito, no tendría problema en hacerlo de nuevo en mi próximo libro", sostuvo también la escritora.

RAZONES DE EXITO
Hace años que Hawkings, una periodista especializada en finanzas y a la vez autora de cuatro novelas románticas bajo el seudónimo de Amy Silver, venía fantaseando con la posibilidad de gestar una ficción que tuviera como disparador sus viajes cotidianos en tren, una oportunidad que dejó pasar hasta que sus cuentas estuvieron en rojo y decidió arriesgarse a contar una historia que de alguna manera abjura contra la topografía melosa de sus otros libros.
Nacida Zimbabue hace 43 años, la autora se radicó en Londres con 17 años para graduarse poco después en Ciencias Políticas y en Económicas por la Universidad de Oxford. Más tarde trabajó como periodista económica y llegó a escribir un libro con consejos financieros, que no le impidió sin embargo quedar al borde de la bancarrota.
El éxito de "La chica del tren" parece radicar no en la originalidad de la trama sino en la pericia de Hawkings para construir una novela atrapante a partir de una mujer sin grandes pliegues emocionales pero con una soledad de tal magnitud que es capaz de detonar una intriga con una onda expansiva equiparable al estallido de una bomba.
Elogiada largamente por el maestro del suspenso Stephen King -una de las razones de que haya arrasado en las librerías norteamericanas- Hawkings no hace gala de una prosa exquisita, pero compensa sobradamente con su habilidad para tender trampas al lector a través de un "narrador engañoso" que dosifica la información y amenaza todo el tiempo con una nueva zancadilla.

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