Narváez sueña con volver a ser campeón mundial a los 42 años

El "Huracán" se impuso ante el ruso Nikolai Potapov en el combate eliminatorio para disponer de una chance de enfrentar al campeón regular OMB del peso gallo, el sudafricano Zolani Tete.

El púgil Omar Narváez, con 42 años y una campaña exitosa, sigue inscribiendo su nombre con grandes letras en el boxeo nacional e internacional, como si fuese aquel muchacho con solamente 11 peleas en julio de 2002, cuando se consagró campeón mundial categoría mosca OMB en el estadio Luna Park, al vencer en forma legítima y amplia al nicaragüense Adonis Rivas.

Pasaron muchos rounds de entrenamiento, muchos asaltos de competencia y el chubutense vivió en la noche del sábado un nuevo resurgir de su carrera sin fisuras. En el Templo del Rock de Núñez, el “Huracán de Trelew” pudo derrotar al ruso Nikolai Potapov (nocáut técnico en el séptimo round) y así se postula, nuevamente, para pelear por una eliminatoria mundialista ante el sudafricano Zolani Tete, por la corona gallo de la Organización Mundial (OMB).

Narváez ofreció en el estadio de Obras una efectiva partitura de boxeo técnico, avasallador y efectivo. Además lució un impecable estado físico, producto de su labor diaria en el gimnasio, virtud que nunca dejó de lado desde sus comienzos como boxeador.

“El Huracán” de Trelew no tiene la pegada de noqueador, nunca la tuvo. Pero en esta oportunidad conectó golpes sólidos, a voluntad y con precisión.

Esos argumentos fueron suficientes para minar la resistencia de un púgil 15 años más joven, con mayor estatura y alcance de brazos. El ruso Potapov llegó únicamente hasta el séptimo round, cuando se quedó sin fuerzas para seguir y el árbitro Celestino Ruiz se vio obligado a marcar el final de la pelea.

Esta victoria le deja al chubutense la puerta abierta para combatir por el título ecuménico de la división gallo de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), que hoy por hoy tiene como campeón al sudafricano Tete. La pelea de Obras fue eliminatoria.

Después de haber reinado en las categorías mosca y supermosca (perdió este último cinturón cuando fue noqueado por el japonés Naoya Inoue en Tokyo en diciembre de 2014), Narváez no se resignó y renovó la apuesta.

Luego de estar alejado de los cuadriláteros unos diez meses regresó con el objetivo de volver a ser campeón mundial y combatió en el Cedem 2 de Caseros, derrotando al domincano Diego Pichardo Liriano el 10 de octubre de 2015.

Pero antes tuvo que tomar una decisión que le cambiaría la vida. El “Huracán” de Trelew contó que tiempo después de su derrota con Inoue, experimentaba “mareos y problemas respiratorios” que le imposibilitaban un descanso normal cuando dormía porque sufría “apnea del sueño”.

Entonces, un médico conocido del chubutense le diagnosticó que “debía operarse el tabique nasal” porque lo tenía obstruido y le imposibilitaba una normal respiración. Narváez se sometió a esa cirugía; el problema desapareció y recuperó la capacidad respiratoria.

El púgil patagónico no tiene en cuenta el tiempo. Entrena y proyecta como cuando integraba el equipo nacional amateur nacional donde llegó a ser el mayor referente del maestro cubano Sarverio Fuentes, por su ejemplar dedicación y contracción al trabajo en el gimnasio.

Narváez participó en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996 y en lugar de pasar al profesionalismo, priorizó volver a competir en otro Juego y lo hizo en Sydney 2000 para intentar alcanzar una medalla, un sueño que en definitiva no cristalizó, a pesar de ponerle entusiasmo y dedicación a su objetivo.

El boxeo argentino no tiene cantidad de campeones mundiales como en otros tiempos. El invicto bonaerense Brian Castaño (14-0-0/ 10 KO), de 28 años, ostenta el cinturón interino superwelter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

Aunque asoman algunas promesas como Fabián “TNT” Maidana -hermano de “El Chino” Marcos- el chubutense Narváez es una sólida esperanza para tener otro monarca ecuménico en la Argentina. Aún con sus 42 años a cuestas.

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