La NASA calculó el impacto del iceberg que se desprenderá de la Antártida

El reporte de una agrupación ecologista que informó que el colapso se está acelerando, y que restan solo unos 20 kilómetros de grieta para que la masa de hielo se fracture totalmente y se libere hacia el mar.
La noticia saltó a las páginas de los diarios de todo el mundo a principios de año: en sólo dos meses, la grieta de la barrera de hielo Larsen C en la península antártica había crecido 27 kilómetros y alcanzaba los 112 kilómetros de largo, algo más de 90 metros de ancho y 530 metros de profundidad.
Científicos argentinos recorrieron la zona desde un avión de la Fuerza Aérea y comprobaron que el área que podría desprenderse abarcaba unos 5.900 kilómetros cuadrados, equivalente a unas 30 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires.
La alarma volvió a sonar tras el reporte de una agrupación ecologista que informó que el colapso se está acelerando, y que restan solo unos 20 kilómetros de grieta para que la masa de hielo se fracture totalmente y se libere hacia el mar.
El desprendimiento será el tercer acto de una secuencia que comenzó con las fracturas de las barreras Larsen A y Larsen B, que se hallaban al norte de Larsen C. El iceberg proveniente de la A, que poseía unos 1.500 km2 de hielo, desapareció rápidamente en 1995. El de la B, de 3.250 km2 se desintegró casi en su totalidad en 2002, después de una ruptura más lenta y dramática.
Quien lideró la misión de la NASA para observar este segundo evento, y que obtuvo datos sin precedentes sobre el comportamiento de las barreras de hielo, fue el geofísico Ala Khazendar, del Jet Propulsion Laboratory. Ahora está dedicado a examinar la gran grieta.
En diálogo con ámbito.com, el científico afirmó que "lo más probable es que no se rompa de forma inminente". Para Khazendar es como asistir a un nacimiento, de hecho los especialistas definen este tipo de episodios como el "parto" de un iceberg: "Incluso si Larsen C se desestabiliza como resultado de este próximo parto, la ruptura final probablemente llevará años", aclara.
Como recuerda, "la desintegración de la plataforma de hielo de Larsen B tomó mucho tiempo, durante los cuales su frente retrocedía irreversiblemente y la velocidad del flujo del hielo aceleraba, antes de su desaparición final".
"Es imposible saber cómo reaccionará la plataforma de hielo. Cualquier persona que hable de una ruptura inminente lo que está haciendo es adivinar", advierte.
En este proceso no se pueden descartar los efectos globales que está generando el cambio climático, aunque no es el único elemento a tener en cuenta: "Es importante enfatizar que estos partos son parte natural del ciclo de vida de una plataforma de hielo, en la que se forman grietas que se extienden y terminan por separar una sección que se convierte en un iceberg".
La separación de estos icebergs es un proceso complejo, y el agente principal suele ser "los cambios en el régimen de estrés de la plataforma de hielo, que promueven la propagación de la fractura ya existente. El viento y las corrientes del océano también juegan su papel".

EL IMPACTO

La idea generalizada a medida que la grieta crecía es que el colapso de Larsen C podría provocar un aumento de 10 centímetros en el nivel del mar. Pero Khazendar apela a la mesura. "Incluso si colapsa completamente, se estima que esto dará como resultado una contribución total al aumento del nivel del mar de aproximadamente 1 centímetro".
"La plataforma de hielo colapsada no contribuirá al nivel del mar, debido a que ya está flotando. Lo que es probable es los glaciares que lo alimentan probablemente aceleren su descarga de hielo al océano, contribuyendo a ese aumento en su nivel", describe. Pero es terminante en que, en el corto plazo, "nada drástico puede ocurrir".
"Podría ser el comienzo de algo más grande, si tomamos como contexto general las rupturas de Larsen A y B y los cambios en el clima de la Península Antártica en los últimos 50 años, pero es muy difícil saberlo ya", especula.

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