Aunque por diversas vías El Cordillerano intentó obtener precisiones sobre el caso, el silencio se impone como una forma de resguardar la identidad de las víctimas, cuatro pequeños que atraviesan su infancia marcados por el dolor, la violencia y la tragedia.
Con ese prólogo es importante advertir que este informe estará plagado de imprecisiones y todas tienen una clara intención: la entidad de los delitos investigados y la edad de los protagonistas, impone un doble resguardo legal, impidiendo que se publique cualquier dato que lleve a revelar su identidad.
El inculpado no es desconocido para la agenda pública local y regional. Está imputado por abuso sexual, con victimas menores de edad. Fue formalizado de la investigación en su contra y permanece detenido con prisión preventiva domiciliaria en la localidad de El Bolsón, según informaron fuentes judiciales, como único dato que aceptaron confirmar oficialmente.
Hasta aquí nada llama demasiado la atención, pues a diario se ventilan causas por agresiones sexuales en los tribunales locales. Podría decirse que las causas por abuso inundan las agendas diarias y si se hiciera una clasificación por tipo de delito investigado, seguramente podría llegarse a la conclusión de que lideran las estadísticas.
Pero detrás de todo ello hay una historia desgarradora, repugnante, desoladora. Tiempo antes de ser adoptados por su tío político, los pequeños protagonistas de esta historia habían visto a su padre asesinar a su madre.
Un proceso judicial resolvió esa causa con una condena de prisión perpetua para el autor del homicidio doblemente agravado por el vínculo y por femicidio y hasta aquí la sentencia superó diversas instancias de apelación y sigue firme. Sobre eso no hay dudas: el sujeto asesinó a quien fuera su expareja y luego procuró simular una escena exculpatoria.
Pero su versión resultó inverosímil y se cayó rápidamente ante la evidencia colectada. Aunque hubo elementos científicos y médicos que mostraron verdaderamente lo ocurrido, no pasó desapercibido el relato de algunos de los niñitos que presenciaron la escena y relataron como el sujeto había golpeado y asesinado a la mujer.
Tan así que quedó certeramente acreditado que nunca superó el haber perdido el control total que ejercía sobre la vida de la víctima durante la relación y mucho más le afectó el comienzo de una nueva relación sentimental de la víctima con otro hombre.
Por eso, bajo diversos pretextos, procuraba a diario marcar el territorio. Como la noche del crimen, que fue hasta la casa de su expareja, con la excusa de visitar a sus cuatro hijos, pero en realidad montó una escena de celos en relación al nuevo compañero de la víctima y la hermosa relación que éste poco a poco construía con los hijos del frustrado matrimonio.
Lo concreto es que una vez imputado, juzgado y condenado, el autor del femicidio quedó detenido en el Establecimiento Penal 3 de la ciudad. En ese contexto retomó los estudios y hasta resultó abanderado en uno de los actos de fin de año escolar.
Con el padre detenido y la madre asesinada, los niños quedaron a la deriva, pero la familia directa de la víctima se hizo cargo de ellos y pese a todo y contra todo, comenzaron a transitar un camino de sanación.
Desafortunadamente algo pareciera haberse ensañado con esas cuatro criaturas, para que no tengan paz y no transiten una infancia en amor y armonía, entre juegos y sonrisas. Pocos años después de aquellos funestos sucesos que los propios pequeños observaron, el tormento volvió a sus vidas.
El sujeto, tío político de los cuatro niños, ahora cumple prisión preventiva en El Bolsón, como imputado por delitos de índole sexual y según pudo saber El Cordillerano, la evidencia colectada hasta el momento deja bastante cerca la posibilidad de que reciba una condena por ello, aunque el proceso todavía esté en la primera de sus etapas.