La doctora Brígida Baeza, docente de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) e investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), se ha especializado en estudiar los procesos migratorios limítrofes desde 2001 basándose en la Patagonia central.
"El petróleo fue 'contaminando' distintas áreas de la ciudad que hicieron que se convierta en una de las localidades más heterogéneas después de Buenos Aires", afirma.
Recuerda que durante las décadas 20, 30 y 40 se produjo una fuerte inmigración europea como una idea de colonización, pero con grupos étnicos muy heterogéneos, con dialectos particulares.
Los inmigrantes europeos estaban muy asociados a YPF, pero tenían muchas ideas socialistas y anarquistas que a la empresa no le convenía, por lo que la compañía estatal sumó como fuerza de trabajo al inmigrante interno proveniente de las provincias del norte –como Catamarca y La Rioja- para combatir esas ideologías.
Estas decisiones cimentaron una serie de problemas que se puede rastrear en la actualidad de los trabajadores petroleros, señala Baeza. "Por un lado, Comodoro fue nombrada capital y esto le significó desarticularse de Chubut y vincularse con el norte de Santa Cruz. Eso hace que la Cuenca del Golfo San Jorge tenga un desarrollo distinto al resto de Chubut. Políticamente siempre fue complicada la gobernación", analiza.
Luego de la gran oleada de inmigrantes europeos y la incorporación de trabajadores de las provincias norteñas a YPF, a mediados del siglo pasado se registró el primer gran flujo de inmigración chilena, sobre todo para desarrollar labores en la obra pública.
El primer boom petrolero (1958 y 1963) determinó que las empresas de capitales extranjeros, principalmente norteamericanas, generaron una especie de expansión y un movimiento de población muy fuerte. La población chilena fue muy importante en estos años porque eran una tentación para las compañías ya que no existía una ley migratoria, la clase obrera no se podía regularizar y podían ser despedidos en cualquier momento.
Así, la urbanización se fue dando en la zona norte de esta ciudad mientras que en el sur se fue generando el fenómeno de toma de tierras porque de alguna manera se tenía que solucionar el problema de la vivienda para los trabajadores. "Mucha gente cuando se formó Comodoro adquiría los terrenos y nunca los conocía porque vivían en Buenos Aires. Esto es una matriz muy compleja que se fue extendiendo con el paso de los años", repasa Baeza.
SEGUNDO BOOM
Según la historiadora, los investigadores todavía se encuentran debatiendo cuándo se produjo el segundo boom petrolero. "Tenemos claro que empezó en 2004 y analizamos si se extendió hasta 2009 o hasta 2013", destaca.
Sin embargo, problemas como la falta de urbanización en los barrios se acentuaron durante ese periodo. También se registró la llegada de nuevos inmigrantes de países limítrofes como Bolivia, Perú y Paraguay.
"La tierra argentina está plagada de terror étnica. Los que vinieron en el segundo boom nos recuerdan todos estos terrores porque vino gente de la zona rural de Bolivia, Perú y Paraguay de determinados de grupos que no hablan español generando una distancia marcada con el otro", subraya.
EL PETROLEO Y LA MOVILIDAD SOCIAL
La investigadora sostiene: "el petróleo brinda una movilidad social muy fuerte donde en menos de una generación tenés un ascenso económico y social muy fuerte por lo que se tiende a legitimar lugares".
En consecuencia, Baeza explica que no existen lugares de exclusividad en esta ciudad y por eso las clases medias buscan distinguirse al punto de convertirse en una obsesión.
"Todos podemos comprarnos un auto por igual. Todos podemos comprar todo y se van cerrando lugares, pero a lo largo de los años se sigue rompiendo y eso provoca mayor distancia social. El petróleo genera que se salten los lugares porque más de una vez tienen esos lugares económicos y se genera una distancia social muy fuerte", argumenta.
Asimismo, Baeza ha realizado una investigación junto con el antropólogo Alejandro Grimson en la que contrastaron las características que tenían diversas ciudades en épocas del boom sojero o petrolero.
"Observamos que se estaba generando un crecimiento económico, exacerbado en algún punto, pero que socialmente no estaba generando ningún movimiento. Veíamos en 2008 que al contrario se estaban legitimando peores lugares para sectores sociales con valores muy altos. Veíamos que a los petroleros se le disputaba la legitimidad de tener los ingresos que tenían, pero que al mismo tiempo se encargaban de mantener a esta ciudad", manifiesta.
EL DESGASTE DEL "BOCA DE POZO"
La investigadora sostiene que el trabajador petrolero más atacado es la categoría "boca de pozo".
"Esta vida que llevaban los trabajadores petroleros se vuelve insostenible en términos sociales porque recae la discriminación de las clases medias que le discuten de porqué ganan lo que ganan y porqué consumen lo que consumen. Se le critica ese lugar que ocupa. El grupo no solo es discriminado por la sociedad comodorense sino también al interior de lo que sería el mercado del trabajo petrolero, donde los trabajadores jerárquicos legitima lugares, valores y fronteras con respecto con el de menor jerarquía", detalla.
Además, asegura: "cualquier persona que ha tenido un vínculo con un trabajador petrolero sabe lo que debe sacrificar su vida social. Ellos no trabajan 8 horas sino que trabajan 12 o 14 porque hay que sumar las horas de viaje. El escaso descanso también juega un factor importante. El vínculo con la familia no es de forma cotidiana porque hay días donde no ven a sus hijos durante 15 días y todo eso genera un desacomodo social", reflexiona.