D. (solo se publica una inicial para preservar a la menor) apeló a El Patagónico para reiterar el pedido de poder reencontrarse con su hija a la que no ve desde hace dos años y siete meses. En marzo, contó su historia, una de las tantas de quienes padecen falta de respuestas de parte de los Juzgados de Familia de esta ciudad. Ya lo consideran “indiferencia” porque en muchos casos se ven afectados sin siquiera poder dar su versión de los hechos.
El drama de D. arrancó en 2019, cuando su expareja y madre de su hija lo denunció por primera vez. Desde ahí comenzaron las “perimetrales” que siguen extendiéndose hasta hoy. La causa no está resuelta y él todavía no logra sanar el vínculo con su hija, a pesar de cumplir todos los meses con la cuota alimentaria, como corresponde.
En febrero de 2022, el Juzgado de Familia Nº1 quedó a cargo transitoriamente de Guillermina Sosa (quien también está como titular del Juzgado de Familia Nº2) y de Santiago Huaiquil, quienes se dividen los múltiples casos.
Desde esa vez que habló con este medio, nada cambió. Al contrario. El 22 de marzo, “me llegó una (nueva) perimetral; con mi abogada vimos la exposición y ella (su ex) denuncia que yo la llamé insistentemente y que me vieron pasar por afuera de su casa”.
El hombre contó que junto con su abogada, “bajamos las sábanas telefónicas de la línea. El único vehículo que manejo es la camioneta de mi trabajo y tiene sistema satelital; lo descargamos, junto al GPS, y demostramos que en ningún momento la llamé, ni anduve cerca de su casa”, aseveró.
OTRA DENUNCIA MIENTRAS EL NO ESTABA EN COMODORO
En abril, D. tuvo que viajar a Buenos Aires por un tratamiento médico, según declaró. “Estuve bastante complicado, sin trabajar, y cuando estaba allá nos llega otra denuncia de que yo estaba incumpliendo la medida y la estaba persiguiendo. Imagínate, yo en Buenos Aires, haciéndome estudios, viendo qué tenía y empezamos a recabar datos”.
A partir de ese momento expresó que su expareja lo denunció una vez que “ya estaba en mi casa, donde puse cámaras afuera y adentro. Yo estaba de reposo, me habían dado el alta y presentamos toda esa evidencia demostrando que es mentira y la abogada adujo que eran todas falacias”.
Ese mismo mes, D. explicó que pocos días después la madre y su pequeña hija tenían una audiencia: “y no la presentó a mi nena, cuando la jueza y la psicóloga tenían que hablar con mi hija para restituir el vínculo conmigo porque hace más de dos años y siete meses que no la veo, no tengo llamadas, no puedo hacer nada”.
Como consecuencia, la defensora del padre solicitó una nueva audiencia “porque no puede ella (la madre) negarse a presentarla”, y este mes estaba previsto que la citen tanto a la madre como a la pequeña. “Yo, después de casi tres años no sé cómo se cómo está mi nena”, aseguró.
“La que larga las perimetrales es la señora Guillermina Sosa”, dijo el padre sobre la jueza que entiende en su caso y que actualmente está como subrogante en el Juzgado de Familia Nº1. “La última denuncia fue en febrero y la prórroga fue en marzo por (Guillermima) Sosa porque supuestamente yo estoy haciendo un incumplimiento, más allá de que demostramos que es mentira”.
El padre afirmó que “ya no sabes cómo demostrar que es mentira porque ya lo hicimos. Y tampoco puedo ver a mi hija, ni me sacaron la perimetral. Sigue todo su curso, ¿no?”.
La nueva medida cautelar que rige en su contra está vigente hasta fines de mayo. Un dato curioso es que, desde un primer momento, el padre no fue citado a declarar para ejercer su defensa.
“Nunca me llamaron. Es más, cuando quedé internado la médica me mandó a la psicóloga porque dice que todo esto es todo por estrés. No cambió nada desde que hablé con ustedes; solamente alargaron la perimetral”.
“No te solucionan nada, al contrario, me siguen denunciando. Demostramos con la abogada que es mentira y la perimetral sigue”, insistió. “No pido que me dejen ver a la nena en mi casa, déjamela ver en una plaza, con una persona presente, pero verla. Tres años van a ser que no la puedo ver; una locura”, señaló D.
El hombre también se refirió a la respuesta de la jueza de Familia, quien en marzo expresó “su preocupación por el uso desmedido de declaraciones” de familiares a El Patagónico.
“Ella dijo que no podemos usar el medio para defendernos y ¿qué otro medio tenemos sino lo hacemos?”, se preguntó el padre. “Si bien tenemos a la gente de Infancia Compartida, a nivel nacional, ves que los sistemas de Justicia en otras provincias son iguales. Lamentablemente, hay hombres y mujeres que abusan de esto de las denuncias y los perjudicados somos nosotros. Es muy injusto”, concluyó.
EN EL PAIS
Se acumulan en los juzgados de familia las causas contra progenitores que se ven excluidos de la vida de sus niños por obra y gracia de ex parejas movidas por el rencor, de abogados y psicólogos cómplices e inescrupulosos en su codicia y de jueces que se lucen por su desidia
“En los juzgados esperan a ver quién denuncia a quién para ver a quién excluyen y listo. Ya hicieron su deber”, aseguró a Infobae Juan Foster, separado de su hijo desde 2013.
“Las denuncias en el juzgado de familia se pueden hacer sin prueba alguna y a las 24 horas ya se tiene la orden de alejamiento del progenitor denunciado. La perimetral es automática. Pero otros plazos no se cumplen. A las 72 horas debería hacerse la primera audiencia” amplió.
“La denuncia debería ser resuelta en un máximo de 60 días que nunca se cumple. Entretanto, le dan la guarda exclusiva a ese padre o madre que denuncia y el chico queda aislado y a merced de una persona que puede ser más dañina que el excluido”, se agregó.
“Lo más paradójico es que la justicia dice: Fulano no es culpable. Pero en el fuero civil estamos condenados. El fuero penal te exculpa, el civil te sigue castigando. La denuncia equivale a condena, puede llevar a 5 ó 6 años de alejamiento. Tenés que seguir pagando por un delito que no cometiste”, dijo Adrián Alfaro, otro padre víctima de falsa denuncia -por amenazas- de su ex pareja, cuando su hija tenía 11 meses.