El desafío de mantener el legado de la peluquería más antigua

Ricardo Barros trabaja hace más de 58 años en la peluquería más antigua de Comodoro Rivadavia y decidió pasarle las llaves a Sebastián Más. El barbero buscará mantener el legado de uno de los salones más icónicos de la región. La historia de dos personas que está unida por la misma pasión.

Ricky's Barbershop es una parte de la historia de Comodoro Rivadavia. Si bien el nombre es nuevo, el salón es uno de los más antiguos de la ciudad y mantiene la tradición de cortar el pelo desde hace 59 años. La historia se seguirá escribiendo porque su propietario, Ricardo Barros, ya eligió un heredero: Sebastián Más.

El local, ubicado en Gregorio Mayo 677, abrió en 1964 y marcó una época en los trabajadores de YPF. Los empleados de la empresa eran los principales clientes. Un año después, Ricardo dejó Catamarca para llegar a Comodoro Rivadavia. Ese viaje para visitar a sus familiares le iba a cambiar la vida.

El joven de 21 años llevaba 5 años cortando el pelo en su pueblo natal y su tío junto a sus hermanos querían que entrara a trabajar a YPF. La empresa no estaba recibiendo gente por lo que Ricardo comenzaba a planear la vuelta. El destino tenía otros planes. Un día su tío lo llevó al edificio de Supeh para que le ayudara al único peluquero de la zona norte. Le cortó el pelo a un cliente y le dijeron que vuelva al otro día. Nunca más se fue. Solo volvió a Catamarca de vacaciones.

El vínculo de YPF con la zona norte era tan fuerte que el 99% de las personas que pasaban por el local eran todos trabajadores de la empresa. Había tanta demanda que desde las 8 hasta las 21 hacían cuatro cortes por hora. Algunos días se quedaban hasta las 22 para alcanzar a atender a todos. No daban abasto. “Solos teníamos un ratito para comer”, recuerda Ricardo en diálogo con El Patagónico.

En 1971, Barros se quedó a cargo del salón. Los años fueron prósperos hasta la privatización de YPF donde los trabajadores comenzaron a abandonar la ciudad. El impacto se sintió, pero el salón siguió con un buen ritmo de trabajo. Ricardo atendía y sigue atendiendo familias enteras de Comodoro.

“La gente ha sido muy buena conmigo. Tengo clientes que les cortó desde que eran bebés y hoy en día tienen 50 años y siguen viniendo acá”, subraya.

CONTINUAR ESCRIBIENDO HISTORIA

En los clientes de Ricardo hay una pregunta que se repite constantemente: ¿quién seguirá cortando el pelo cuando él se retire? La respuesta es Sebastián Más. El barbero es el elegido de Barros para continuar el legado de uno de los salones con más actividad en la ciudad.

“Ellos ven sus cortes (de Sebastián) y no quieren saber nada, pero yo les explico que él le va a cortar cómo ellos deseen”, destaca Ricardo mirándolo sonriente a Sebastián.

El camino de ambos se cruzó el año pasado. Ricardo andaba buscando un peluquero para prepararlo porque su familia le había pedido que deje de trabajar. La búsqueda se extendió durante dos años hasta que apareció Sebastián.

El barbero venía de otro local en la zona sur e instalarse en la zona norte era todo un desafío. Un conocido en común los presentó. La química surgió desde el primer momento. Ricardo le entregó las llaves del local para que el joven pudiera hacer todos los arreglos que considerara necesario.

“Recuerdo que yo le dije que los trabajos iban a durar dos semanas, pero se terminó extendiendo durante dos meses. Esa fue nuestra prueba de fuego porque él no me conocía, pero me depositó su confianza. Yo me sentía en un compromiso grande con Don Ricardo y tenía que cumplirle”, asevera el barbero.

Para Sebastián fue un volver a empezar. Vendió los muebles del antiguo local y lo invirtió en el nuevo histórico salón.

Ambos comparten la misma pasión. Es algo que los une de por vida. “Yo lo entiendo a Don Ricardo cuando dice que cortar el pelo es su vida y acá (por el salón) es feliz. Es mi profesión, es mi oficio o como quieran llamarlo y no me imagino dejándolo o haciendo otra cosa”, subraya Sebastián.

Ese amor por lo que hacen se transmite en ponerse contento por abrir el local o simplemente pararse un rato a ver cómo otra persona corta el pelo. “Yo no puedo estar más de dos semanas sin cortar el pelo. Es una necesidad. Me ha pasado de irme de vacaciones y pararme afuera a mirar cómo cortan el pelo. Yo creo que cuando se transforma en una pasión lo que haces, es muy difícil que lo dejes. Yo tengo la suerte de poder vivir de lo que me gusta hacer”, considera Sebastián.

LA DECISION

Hace cinco años que la familia de Ricardo le viene pidiendo que deje de trabajar. “Quieren que me dedique a disfrutar de mis nietos y a descansar”, asegura. Con la misma habilidad con que corta el pelo, así ha estirado su retiro. En el fondo sabe que nunca dejará de cortar el pelo.

“Yo creo que uno nunca se retira. Siempre está haciendo algún corte o conoce a alguien que quiere que le corte el pelo. Siempre estás en actividad. No es que podés abandonar el oficio del todo”, destaca Ricardo.

Sebastián lo mira y afirma con su cabeza. Sabe lo que quiere decir Ricardo. “El dice que en diciembre se retira, pero las puertas del salón siempre estarán abiertas. La viene estirando. Yo siempre digo que su lugar es su lugar y no sé si alguien va a poder trabajar en su lugar porque hace 60 años que corta el pelo. Este es su lugar. El le ha puesto el lomo, el corazón y la vida”, pondera el barbero.

Ricardo agradece el gesto y se esperanza con celebrar los 60 años de trabajo. Sebastián se entusiasma con hacer una gran fiesta y continuar la tradición de un lugar histórico de Comodoro. “Ahora toca continuar el legado que deja Don Ricardo. La vara está alta y trataremos de estar a la altura”, afirma. Sin embargo, los dos saben que, entre tijeras, peines y mates, todavía hay varios kilómetros para recorrer juntos.

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