El giro de Máximo Thomsen

De 'Machu', el líder inmutable "de la manada", a llorar en el alegato final. Aun así, repitió lo de "murió un chico de nuestra edad".

El joven rugbier, de 23 años, es sindicado como el cabecilla del ataque a Fernando por la Fiscalía y la Querella. Al cerrarse los alegatos, volvió a hacer uso de la palabra y entre lágrimas pidió perdón a los padres de Báez Sosa. Aun así, repitió lo de "murió un chico de nuestra edad".

Máximo Thomsen "es el líder de la manada" y "el general que espera a que sus soldados lleven adelante la maniobra". Con estas frases la querella definió al rugbier cuya situación es la más complicado en el marco del asesinato de Fernando Báez Sosa. El joven oriundo de Zárate es el principal acorralado por las pruebas científicas y el testimonio de los testigos; a lo largo del proceso de lo vio pasar del famoso "pacto de silencio" a las lágrimas dentro de la sala y frente al Tribunal, siendo el segundo en declarar.

A Thomsen se lo vio dentro del boliche Le Brique de Villa Gesell pasándose el dedo índice por debajo de su cuello y señalando a Fernando. Después se lo observa ser expulsado del local inmovilizado entre dos patovicas pero ofreciendo una feroz resistencia. Múltiples testigos lo vieron golpear a la víctima considerando que lo hacía "con saña" e “intención de matar”, alejarse con la camisa abierta, y después fue él quien inculpó a un inocente -Pablo Ventura-, que estaba a cientos de kilómetros, como autor del hecho.

"Los Demoledores", nombre del grupo de Whatsapp que integraba, tenían un historial de violencia comprobado en la localidad bonaerense de Zárate. Desde antes del homicidio de Báez Sosa ya habían sido definidos como "miembros de un grupo muy violento" y vecinos y conocidos expresaron que se habían registrado otras peleas con heridos donde ellos -Máximo y otros de los imputados- eran protagonistas.

Incluso, durante el inicio de las audiencias del juicio, se viralizó un video suyo en el cual se aprecia los indicios de la fuerza que ejercía y poseía al golpear una bolsa de boxeo. El clip lo muestra pegándole fuertemente a la bolsa durante un entrenamiento, aunque no trascendió la fecha del mismo y en ningún momento fue incluido como material de prueba.

Ese joven, acusado de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas” junto a otros siete amigos, este jueves volvió a quebrarse ante el Tribunal Oral Criminal N°1 de Dolores. Lo hizo al brindar sus últimas palabras en los alegatos finales, donde pidió perdón a Silvino y Graciela, padres de Fernando, y manifestó: "Jamás hubiese pensado que algo así iba a pasar, jamás tuve intención; ojalá pudiese volver el tiempo atrás y revertir todo esto, pero no podemos, sé que las disculpas a veces no alcanzan".

La primera vez que "Machu" -tal como lo llaman sus amigos- habló fue cuando su madre, Rosalía Zárate, prestó declaración. Primero escuchó atentamente las palabras de María Paula Cinalli, madre de Blas -otro de los imputados- y empezó a llorar. Luego fue el turno de su madre, que contó que tras el hecho "se quedó sin trabajo y obra social" y había "enfermado de cáncer". "No puedo más, no puedo seguir sobrellevando esto, cada día es peor", dijo la mujer.

Thomsen no aguantó más y pidió testificar. A partir de allí relató su visión de cómo ocurrieron las cosas aquel 18 de enero de 2020. "Alguien de repente me empieza a asfixiar con una presión. Cuando me voy por el pasillo siento que me pegan dos piñas en las costillas". Luego sostuvo que afuera del boliche vio que sus amigos se estaban por "meter en una pelea con gente desconocida", intervino, volvieron a golpearlo y ahí pegó "una o dos patadas" pero "sin intención de matar a nadie". También descartó "ser el líder" del grupo y que no supo hasta mucho después que el chico al que golpearon había muerto.

La querella y la Fiscalía desestimaron desde un primer momento lo declarado por Thomsen, señalando que no se correspondía con la evidencia. En los alegatos, sostuvieron que todo se originó por un "incidente menor" dentro de Le Brique y el enojo de los rugbiers fue por haberse metido con su cabecilla, acorde a uno de los testigos: "Bidonde lo reconoció como el líder y al ser agredido el líder es que se organizan para matar a Fernando", parafraseó el fiscal Juan Manuel Dávila.

La situación judicial de Máximo Thomsen

Thomsen es, de los ocho acusados, el más mencionado durante las audiencias en los Tribunales de Dolores por el crimen de Fernando. Psicólogos consultados por PERFIL explicaron que presenta “rasgos compatibles con la psicopatía”, con características como “imponerse sobre otro”, “no sentir culpa” y “sobresalir del resto” a cualquier costo.

El detenido de 23 años es el más complicado ya que fue quien le dio la patada final en la cabeza a Fernando y que le habría causado "un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a un traumatismo de cráneo". Todos los videos de las cámaras de seguridad y de testigos que filmaron lo ubican en la escena del crimen. La patada mortal habría ocurrido cuando estaba "de rodillas sobre el suelo" y supuestamente dijo a viva voz: "Quedate tranquila que me lo voy a llevar de trofeo", según se desprende del expediente.

Las pericias corroboraron que la víctima tenía marcada la zapatilla del rugbier en la cara, y a su vez el calzado tenía sangre de Fernando. Horas después del crimen fue a comer a un local de McDonald’s con Lucas Pertossi como si nada hubiese pasado.

"Se ve como Thomsen le pega a Fernando", dijo también la Fiscalía durante la lectura de alegatos. "Hubo 23 testigos presenciales del hecho, tenemos prueba pericial de Thomsen, como ser la zapatilla" que quedó plasmada en el rostro de Fernando Báez Sosa.

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