La Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena a prisión e inhabilitación perpetuas para Matías Ernesto “El Bicho” Álvarez, un narcocriminal santafesino que, desde la Unidad 6 de Rawson, ideó y ordenó el asesinato de Erica Ávalos, de 25 años, en la ciudad de Firmat.
El fallo avaló lo resuelto en abril por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°3 de Rosario, que lo declaró culpable de homicidio calificado por ensañamiento, agravado por el uso de arma de fuego y en carácter de autor por determinación, además de extorsiones.
El crimen ocurrió el 28 de diciembre de 2022, cuando dos sicarios en moto interceptaron a Ávalos y le dispararon 17 veces. La joven murió tres días después. La orden surgió como venganza: Ávalos había robado droga y dinero de la pareja de Álvarez.
Durante el juicio, testigos protegidos, audios, capturas de pantalla y peritajes telefónicos confirmaron que el narco seguía operando desde prisión utilizando el celular de un compañero de celda. En sus comunicaciones lanzaba frases intimidatorias como “plata o plomo” y “con la mafia no se jode”.
Un día antes del crimen, Ávalos había advertido en redes sociales que su vida corría peligro: “Se pudrió todo, me van a matar. Si me llega a pasar algo, por favor deciles a mis hijos que los amo con todo el corazón”.
Incluso su hermana entregó a la Justicia un audio de amenaza enviado por Álvarez, donde el preso le reclamaba la devolución del dinero y la droga, y recordaba un antecedente violento: el intento de asesinato de su propia pareja, Micaela Bonetto.
Además del homicidio, se probó que Álvarez dirigía desde la cárcel una red de extorsiones. En diciembre de 2022 dos de sus colaboradores, Emanuel Romero e Iván Mayotto, fueron detenidos cuando intentaban cobrar “la plata del negro Matías” a los dueños de una remisería.
“Álvarez —desde su lugar de detención— ideó y ejecutó, a través de terceros que respondían incondicionalmente, el plan criminal destinado a dar muerte a Ávalos”, sostuvo en su voto el camarista Gustavo Hornos.
Pese a estar cumpliendo una condena previa de 15 años, el narco mantuvo su poder y contactos desde prisión. Tras el asesinato, llegó a enviar un mensaje a un allegado donde resumía su satisfacción: “Estoy feliz”.