El niño prodigio del fútbol, 19 años y 192 días dice el pasaporte, lideró la victoria de Francia por 4-3 en Kazán con dos goles, un penal forzado y una sensación de superioridad insultante ante la Argentina de Lionel Messi. La batalla entre los dos “10” en el Mundial tuvo un claro ganador: el crack del Paris Saint-Germain.
“Mbappé es como el joven Luke Skywalker. Sabes que tarde o temprano dominará el mundo. ¡Es una bestia!”, escribió en Twitter el exinternacional español Alvaro Arbeloa. “Qué jugador Mbappé”, añadió por su parte Carles Puyol.
El “show” de este chico con cara de travieso y piernas de pantera arrancó con una carrera desde su campo en la que por momentos parecía más Usain Bolt que Kylian Mbappé. Puso el turbo y en seis toques de balón se presentó en el área de Argentina, donde fue derribado por Marcos Rojo. Penal y gol de Antoine Griezmann en el minuto 13.
Y en la segunda parte decidió el partido con dos goles en cinco minutos. El primero con la zurda y el segundo con la derecha. El primero tras una jugada personal dentro del área. El segundo tras correr al espacio y al primer toque. Un jugador total. Fuera del área, dentro. Una pesadilla para cualquier defensa.
“Se parece a mí”, dijo hace unos meses Ronaldo, uno de los mejores jugadores de la historia. Y es cierto, porque el brasileño también era gol, potencia, desparpajo y velocidad cuando asombró al mundo con la camiseta del Barcelona.
Hijo de una argelina y un camerunés, este francés nacido en el suburbio parisino de Bondy el 20 de diciembre de 1998 es la gran perla del fútbol internacional. Con permiso de Neymar, el nombre llamado a jubilar a esos monstruos que son Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
Mbappé debutó en la Ligue 1 antes de cumplir los 17 años y explotó en su primera temporada como profesional en el Mónaco, la 2016/2017. Sus cinco goles en seis partidos de la Liga de Campeones llevaron al Mónaco a unas semifinales que nadie esperaba. Y, por encima de las estadísticas, quedó la sensación de que había un diamante.
El Real Madrid estuvo cerca de hacerse con sus servicios, pero finalmente recaló en el PSG a cambio de 185 millones de euros, el segundo traspaso más caro de la historia de fútbol. A sus 18 años.