Para la Justicia, ella lo mató para evitar su propia muerte

El fallo generó polémica en Río Gallegos. Sofía Avila fue liberada por el crimen de su pareja, Juan Manuel Padrón, empleado del Concejo Deliberante de esa ciudad.

El Poder Judicial de Santa Cruz dictó un fallo sin precedentes y dejó en libertad por legítima defensa en un contexto de violencia de género a una mujer que mató a su novio.

La víctima es Juan Manuel Padrón, empleado del Concejo Deliberante de Río Gallegos y conocido militante radical que murió a comienzos de marzo como consecuencia de una puñalada que le dio su novia, Sofía Ávila, mientras peleaban en la casa de ella.

Este lunes por la mañana, una caravana salió de la casa velatoria y el cortejo fúnebre trasladó los restos de Padrón al cementerio capitalino. El cuerpo quedará alojado en un nicho de la necrópolis por el término de un año, ante la posibilidad de una eventual nueva pericia que puedan llegar a solicitar las partes intervinientes en el proceso judicial.

La encargada del inusual fallo fue la jueza de Instrucción Nº 3, Rosana Suárez, que coincidió en su divulgación con el entierro de Padrón, ya que el lunes se cumplía el límite del plazo legal para decidir si dejaba a la acusada en libertad o la procesaba por homicidio agravado.

Pero la jueza Suárez, en coincidencia con la Fiscalía, decidió que no había elementos para enjuiciar a Avila. Por el contrario, en el fallo de casi 50 páginas se lee que la conclusión es que esa noche “eran él o ella” y que la puñalada mortal fue un acto de legítima defensa.

La familia Padrón tomó el fallo con profunda indignación. “Mi mamá no para de llorar, está muy triste, estábamos convencidos de que la iban a dejar detenida, o que por lo menos iba a llegar presa al juicio”, indicó Marcela Padrón en declaraciones al diario La Opinión Austral.

LE PEDIA QUE NO SE MURIERA

En el fallo el peso está puesto en los testimonios que hablaron de una relación tormentosa, en la que Padrón le pegó más de una vez a Avila. Hay testigos que la vieron con ojos morados, brazos con magullones, y algunos a los que les dijo lo que sucedía puertas adentro de su casa, o bien a quienes les envió mensajes contando las palizas.

Tuvieron peso también los testigos de esa noche. La hermana de Avila y su esposo, a quienes la joven pidió ayuda al grito de “¡maté a Juan, ayuda!”.

Según dijo la Policía, la mujer estaba semidesnuda, alterada y rompía en llanto. Antes de que su hermana llamara al 101, le hablaba a Padrón, le pedía que no se muriera. Se cree que hubo una pelea que comenzó en la habitación, donde se constató un desorden descomunal, y que luego siguió en el living, donde ella finalmente tomó un cuchillo y lo apuñaló mientras él la sostenía por detrás.

Sofía Ávila no declaró. Según ella, no hay un orden cronológico de lo que pasó, sino “flashes”. La investigación determinó que esa noche hubo consumo de drogas, ansiolíticos y vino.

“Resulta insoslayable mencionar la asimetría existente entre Ávila y el occiso, quien casi doblaba la edad de aquella. Además era ostensible para aquel que Ávila tenía desde muy joven serios problemas con el consumo de sustancias y que luego que la misma entablara relación con el occiso esos problemas se agudizaron debido a su propia situación de consumo”, argumentó Suárez en su fallo que se sustenta con leyes y tratados internacionales en materia de perspectiva de género.

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