Prefiere ir a la cárcel porque en un centro de rehabilitación lo hacen rezar mucho

Volvió a la cárcel porque en el centro de rehabilitación lo hacían rezar mucho, no lo dejaban fumar ni recibir visitas íntimas. Estuvo tres días.

Diego Cid aceptó en diciembre pasado su responsabilidad en varios hechos. Como parte de su confesión, acordó una pena de dos años de prisión efectiva y fue alojado en una institución en la que podía tratar su profunda adicción a la cocaína. Así, provisto de una tobillera electromagnética para controlar su permanencia en el lugar, fue alojado en el Hogar de Dios, que ofrece ayuda desde el punto de vista espiritual. Pero duró tres días.

Según él mismo expresó en una audiencia desarrollada este martes de manera virtual, no le informaron bien sobre el programa o el plan del centro de rehabilitación al que ingresó y desde que se levantaba lo tenían orando y limpiando, además de no contar con ninguna asistencia psicológica.

Siguiendo sus quejas, el defensor oficial Marcos Ciciarello se presentó ante el juez Miguel Cardella del Tribunal de Impugnación de Río Negro, pidiendo la nulidad del juicio abreviado y la continuidad del proceso bajo un juicio común, subrayando que su asistido había sido inducido al error al momento de confesar.

Sin embargo, el fiscal Tomás Soto se opuso firmemente al planteo, señalando que en realidad cuando Cid abandonó el centro en el que había sido alojado, manifestó que en el lugar no le permitían fumar ni recibir visitas íntimas. Lo curioso es que tras su salida del refugio, Cid se presentó espontáneamente en la cárcel para seguir alojado allí, aunque por falta de trámites de rigor, no le permitieron el ingreso hasta tanto se realizaron los mismos.

El abogado Luciano Magaldi, representante de uno de los damnificados por Cid, acompañó el planteo defensivo señalando que, después de a condena, su cliente recibió una oferta de compensación económica por parte del imputado, por lo que no tenía ninguna objeción a que el proceso se anule y Cid sea sometido a un juicio convencional.

Finalmente, tras escuchar a todos los protagonistas del caso, el juez Cardella se mostró sorprendido por el carácter de las peticiones y se mostró colaborativo para encontrar un lugar en el que Cid pueda concretar un tratamiento contra su adicción, en un centro especializado en el que se cubran todas sus necesidades. Para ello, invitó a las partes a trabajar en los próximos quince días y, en caso de que sea posible, elevar una propuesta para ser analizada.

Al mismo tiempo, definió que tomará el plazo legal correspondiente para resolver en torno a la petición defensiva que rechazó la fiscalía pero acompañó la querella.

Cid, de 37 años, actualmente se encuentra detenido en el Establecimiento de Ejecución Penal 3 de esta ciudad, tras ser condenado a la pena de dos años de prisión efectiva, en orden a los delitos de estafa, defraudación y amenazas.

Según la acusación que él mismo reconoció, el primero de los hechos ocurrió a partir del 26 de agosto de 2021, “cuando junto a Norberto Gutiérrez y al menos dos personas más, que serían Fernanda Pérez Melendi y Renato Eduardo Gerlach”, engañaron a la víctima con una puesta en escena que culminó con un perjuicio patrimonial.

La puesta en escena consistió en ofrecer un terreno a la venta, con la promesa de futura escritura, a cambio de un precio de 25 mil dólares. Según la pieza acusatoria elaborada por el fiscal Soto, la primera parte del pago la recibieron Pérez Melendi y Gerlach, contra entrega de un boleto de cesión de derechos, mientras que la segunda cuota fue a cambio de una escritura falsa.

Otro de los hechos que lo tuvo por protagonista ocurrió a partir del 31 de enero de 2019, cuando junto a su hermano Ezequiel y Norberto Gutiérrez, realizaron varias operaciones de venta sobre el mismo lote, sobre el que tampoco tenían derechos.

Primero se lo vendieron a un conocido vecino de la localidad por 500 mil pesos, un Subaru Outback modelo 2008 y un Renault Scenic modelo 2000, más la suma de 15 mil dólares.

Luego cuando apareció un legítimo comprador del predio, los hermanos Diego y Ezequiel Cid amenazaron a esa persona y provocaron lesiones a una mujer al lanzarle una madera.

Cid ya había cumplido penas en prisión: el 8 de agosto de 2012 fue condenado por robo agravado por el uso de arma de fuego a la pena de 7 años y 6 meses de prisión, mientras que el 24 de octubre de 2017, lo condenaron a tres años de prisión por un robo calificado por efracción.

Fuente: El Cordillerano

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