Un verdadero martirio físico y psicológico sufrió un grupo de pacientes de la Caja de Servicios Sociales de Santa Cruz que esta madrugada pudieron retornar a Caleta Olivia luego de permanecer varados más de dos meses en Buenos Aires por la pandemia del COVID 19.
Habían sido derivados para someterse al tratamiento de diferentes patologías -varios de ellos con sus acompañantes- hasta que finalmente pudieron retornar a la provincia en un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas que a mediodía de ayer aterrizó en el aeropuerto de Río Gallegos con 170 pasajeros.
Para el caso de los residentes en localidades del interior se asignaron tres colectivos de larga distancia, uno de los cuales (de la empresa Marga - Taqsa) arribó alrededor de las 01.30 de hoy a Caleta Olivia y en el mismo viajaron quienes tenían relación con la obra social de los estatales.
En el control policial del acceso sur (Ruta3) los hicieron subir a una trafic que puso a su disposición el municipio, operativo que solo fue presenciado por dos medios periodísticos, entre ellos El Patagónico.
En esos momentos detectamos a través de los vidrios laterales de ese vehículo las expresiones faciales de indignación de una mujer que iba con su pequeño hijo de dos años, a la cual se le escuchó decir que habían recibido un trato “inhumano” por parte de los responsables de la Caja.
Horas después, constatamos que se trataba de Claudia Vázquez, quien de manera telefónica comentó que durante varias semanas tuvo que estar encerrada en el hotel sin que algún referente de la obra social fuera a visitarla para conocer su situación, salvo cuando se le informó que había un vuelo disponible para el retorno.
Por suerte, ella llevaba un termo con agua caliente para preparar leche para su hijo ya que a bordo de la aeronave no se les brindó ningún tipo de viada ni tampoco cuando el contingente arribó a Río Gallegos, donde incluso nadie se ocupó de controlar el cuadro de salud de los pasajeros.
Luego los hicieron subir a los micros y el que venía para Caleta no llevaba viandas ni agua mineral. Tampoco se lo había provisto de frazadas y solo al final del trayecto por la Ruta 3 los choferes activaron el sistema de calefacción.
Además no podían bajar comprar alimentos en alguna parada e incluso nadie les hacia ese favor aunque les facilitaran dinero.
“Retornar en estas condiciones, fue terrorífico, drástico e inhumano y lo digo por mi pequeño porque uno que es grande puede soportar quinde horas sin comer tomando mate, por eso me indigna el destrato de la Caja”, puntualizó.
Un panorama similar fue el que testimonió a este medio Luis Mendoza quien había viajado a Buenos Aires acompañando a su padre que sufría una enfermedad terminal y lamentablemente falleció, por lo cual hizo cremar el cuerpo y traía sus cenizas.
“Se suponía que la gente de la Caja iba a acercarnos algo de comida pero ni siquiera se ocuparon de que el colectivo tuviera agua mineral y fue triste ver como varias personas, sobre todo mujeres que pasaron mucho frío y parecían tener síntomas de deshidratación, entre ellas una que iba con su bebé”, detalló en clara referencia a Claudia Vázquez.