Hoy arrancó otra jornada negra para el mercado del petróleo internacional con las cotizaciones para los contratos de junio con una fuerte tendencia a la baja. Se marcó principalmente en el West Texas Intermediate (WTI), el valor de referencia para Estados Unidos, que se desplomó un 75,37 por ciento, llegó a los 4,50 dólares y sigue inestable.
Este precio por debajo de los 5 dólares no solo significó el valor más bajo desde hace más de cuatro décadas, sino también la mayor caída en un día desde 1983 cuando abrió por primera vez el mercado para ventas futuras.
Según Diario Río Negro, estas anomalías en el mercado tienen una simple explicación: no hay suficiente demanda para la cantidad de barriles que se producen en el mundo y el almacenamiento está llegando a su fin. El consumo de petróleo se desmoronó ante las medidas de aislamiento y parate económico que tomaron la mayoría de los países del mundo ante el avance del coronavirus y millones de barriles quedaron sin destino.
Como consecuencia, empresas de todo el mundo comenzaron a restringir pozos y áreas petroleras y anunciaron millonarias reducciones de inversiones en sus desarrollos.
El precio del Brent también abrió el mercado con una caída del 5,80 por ciento y su cotización quedó en los 26,45 dólares. Si bien es un precio más alto que el WTI no son buenas noticias para la industria que esperaba que el acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, ayude a reputar el valor.
La semana pasada, la OPEP acordó una reducción histórica de producción de petróleo, en conjunto, de 9,7 millones de barriles de petróleo por día. Sin embargo, esta estrategia achicó el margen de exceso de oferta, pero no la anuló. Desde la misma organización calcularon una sobreoferta de aproximadamente 4 millones de barriles por día que no tienen comprador.
Lo que se puede digerir hasta ahora es que el acuerdo de la OPEP llegó tarde y no tuvo el impacto en el mercado que se buscaba, solo logró equilibrar la caída del Brent, pero no cambiar la tendencia. El escenario para el corto plazo no ofrece garantías de un repunte para la industria internacional y, a simple vista, lo único que tendría un impacto real es una reactivación de la demanda de petróleo en todo el mundo.
ESCENARIO ARGENTINO
El precio actual de barril complica seriamente los desarrollos petroleros convencionales de todo el país y de Vaca Muerta en Neuquén. En lo que es producción, el valor hace inviable las operaciones al no poder asegurarse una tasa de retorno de las inversiones y, en la mayoría de los casos, no solo significaría ganar menos sino también perder.
La demanda local de petróleo cayó a niveles históricos y llevó desde cierre de pozos y restricción de áreas hasta la suspensión de tareas en las refinerías al no haber consumo de combustibles tampoco. En este escenario, las naftas podrían volver a bajar, aunque lo más probable es que mantengan el precio actual congelado hasta fin de año.
Definitivamente este contexto internacional agrega otro condimento a la puja por la aplicación de un precio sostén para el barril de petróleo. Al igual de lo que pasó con el gas, da la posibilidad de aprovechar el escenario de precios actual e importar petróleo a precios bajos. Una medida que iría en detrimento de la industria petrolera local, pero sería un salvavidas en caso de que no haya suficiente producción cuando se reactive la economía luego del aislamiento obligatorio. Habrá que reaccionar rápido.
Las empresas operadoras y empresas de servicio que operan en el país proyectan que aún restan 6 meses más de baja actividad en la industria y que, si todo marcha bien, recién a fin de año se podría volver a la actividad que hubo los primeros dos meses del 2020. En Vaca Muerta, lejos quedó el deseo de recuperar el movimiento récord que se registró durante la primera mitad del 2019.
Al igual que a nivel internacional, lo primero que necesita el sector es que se recupera la demanda local de petróleo para poder obtener aire y poder volver a pensar en nueva exploraciones y desarrollos.