Favores de rebote

Suficientes problemas tenían Ecuador y Colombia como para preocuparse por el destino de Argentina, pero la realidad es que sus victorias fueron las mejores noticias que reservó la jornada para una Selección de siembra muy pobre y, si se quiere, de una cosecha provechosa, por cuanto ni siquiera el empate se correspondió con sus merecimientos.
Con Adolfo Pedernera, con Daniel Passarella, con Alfio Basile, con Edgardo Bauza o con el mejor mago del momento, no hay nada que hacer, en el Estadio Nacional de Lima se la pasa mal o por lo menos no se la pasa ni por asomo como podrían sugerir el poderío del plantel, de los nombres, del equipo mismo.
De ahí que esta primera fecha del tramo eliminatorio haya sido más piadosa fuera de Lima que en Lima, más bien en Quito y en Asunción.
¿Y eso por qué? Porque una victoria de Chile y ni hablar de una victoria de Paraguay hubieran consolidado un lote de siete para dirimir por los cuatro cupos directos y un eventual quinto al Mundial de Rusia 2018.
Y no se trata, ni de lejos, que ya alguien esté autorizado a hablar de cinco y nada más de cinco, pero lo real es que en Chile se ahondó una profunda crisis de juego y de resultados y que el mazazo que recibió Paraguay parece ser de los que a la hora de las cuentas definitivas no podrán faltar en el casillero de los hitos.
En sentido inversamente proporcional, lo de Ecuador y Colombia tiene un valor sideral: lo de Ecuador porque se reencontró con la velocidad crucero del comienzo de las Eliminatorias y aplastó a un adversario directo y lo de Colombia por imperio del cartón lleno: ganó fuera de su casa un mano a mano que cotizaba en la Bolsa, y con el último suspiro.
Si el equipo que dirige José Néstor Pekerman llegara al Mundial irá de suyo que mucho influyó la pared de Carlos Bacca y Edwin Carmona y la delicatessen de éste, su sublime vaselina que en otros tiempos y con otras metáforas se daba en llamar "emboquillada".
Uruguay y Brasil hicieron los deberes, aunque Uruguay sufrió un buen rato y Brasil ni se despeinó.
La Celeste jugó media hora horrorosa y salió in-demne por la impericia de los delanteros venezolanos, en especial ese espléndido proyecto llamado Adalberto Peñaranda, víctima de un segundo de despiste, un segundo fatal, que le hizo deshacer un gol que ya estaba hecho, sin arquero, sin defensores en la línea, todo el arco a su merced.
Después los racimos cayeron del parral, Uruguay gritó tres veces y Edinson Cavani alcanzó a Diego Forlán con 36 goles internacionales, a diez de Luis Suárez, pero los tres, que han jugado Mundiales juntos, suman la friolera de 118, muchos más que puñados de grandes delanteros orientales juntos.
Brasil, que con Dunga remedaba la célebre canción de Julio Iglesias y se olvidaba de vivir, ahora, con Tite a la cabeza, juega a algo más parecido a lo que puede y por lo menos les gana a los ganables y golea a los goleables, como Bolivia.
Y así, mientras les gana a los ganables, golea a los goleables y Neymar se esmera en aprobar el examen de líder creativo y más aún el examen de líder, a secas, Brasil se acomoda en el segundo puesto y amaga con clasificarse de taquito: no nos olvidemos que por las Eliminatorias, en su tierra no pierde nunca, jamás.
¿La Selección y el Patón Bauza? Ni un sí ni un no, un presente común, la Selección en el purgatorio y el Patón en penitencia, forzado a refrescar las clases de convicciones.
¿No es decepcionante que se haya dejado llevar por los clamores mediáticos y llenado la cancha de delanteros perdidos en la blandura del colectivo y en sus propias blanduras?
El hombre quemó sus manuales, improvisó manuales ajenos, tampoco de los que dan garantías, porque el fútbol y las garantías se llevan pésimo, y así le fue.
La Selección jugó a nada, tuvo algunos rendimientos individuales pavorosos (¡Kun Agüero! ¡Angel Di María! ¡Javier Mascherano!), por momentos fue bailada por Perú (con el debido respeto, un rival fuera de la conversación), dejó una deuda descomunal y, dale con Paraguay, pero qué bueno que perdió con Colombia y que el martes visitará suelo criollo.
Es que si el martes, otra vez con Lionel Messi viendo el partido por tevé, en Cataluña, la Selección suma tres, sacará una luz de siete puntos a Paraguay y entonces se diría que su mayor preocupación será recuperar un lugar entre los cuatro primeros.
Eso sí, esa cruzada tampoco implicará soplar y hacer botellas: en noviembre visitará a Brasil y recibirá a Colombia.

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