La decepción por elgrandote y su mamá

Cuando trabajaba como barman en el boliche, Vicente Arisnabarreta tuvo la visión de triunfar en el boxeo con un habitué del lugar, pero se desengañó inmediatamente.“Siempre veía a un grandote bailando en la pista. Tendría 2 metros y pico, unos 20 años. Yo le decía a los otros barman ‘mirá, con este pibe nos podemos llenar de plata, ¡qué peso pesado podemos hacer! Podemos organizarle un par de peleas y después lo hacemos profesional; no hay pibes tan grandotes como este en Comodoro’”, comenta.Sin pensarlo, uno de los chicos lo va a buscar a la pista y lo lleva detrás de la barra. “Yo le comenté que en la Patagonia no hay ningún peso pesado. En ese tiempo, en Córdoba estaba la ‘Mole’ Moli. Le digo ‘podemos hacerte un par de peleas, por ahí tenés suerte, vamos a Estados Unidos, hacés plata vos y hacemos plata nosotros. Podemos llenar estadios’”, recuerda.La respuesta del joven fue inesperada y apuró la decisión del promotor. “Me miraba el grandote y por ahí me dice ‘bueno, gracias señor, lo voy a consultar con mi mamá’. Así que le dije ‘bueno, andá’. Entonces me preguntan por qué lo dejé ir. ‘Pelotudo grande, lo va a consultar con la madre’, contesté. Ya cuando dijo eso, me di cuenta que no nos servía, no era de barrio. ¡Cómo nos reímos esa noche!”, evoca con una sonrisa.

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