Quimey Ramos es la docente que hace un mes se animó a emprender el cambio de género porque se sentía mujer. El paso clave era enfrentar a sus alumnos a quienes les enseña inglés en una escuela local de La Plata.
"Ustedes me conocieron hasta ahora como Tomás, pero yo hace tiempo que me siento mujer. Y como por suerte ésto es algo que puede elegirse, yo elegí ser mujer porque me hace feliz”, les explicó a sus alumnos antes de aclararles que seguirían trabajando en clase como siempre, salvo que a partir de entonces esperaba que la llamaran Quimey en vez de "profe Tomás".
En ese camino para cambiar su identidad de género, Quimey se realizó una cirugía para quitarse la Nuez de Adán, además operarse la nariz. Ambos procedimientos están contemplados en la Ley de Identidad de Género.
Quimey fue hacia la sede Dienset Consulting, la empresa que tiene a cargo el control de las licencias docentes en la Provincia de Buenos Aires para pedir su correspondiente licencia pero sorpresivamente se la negaron.
La empresa que presta este servicio para la dirección de Educación provincial se negó a otorgarle los días de reposo que solicitaba para recuperarse de la cirugía por considerar que se trata de una intervención estética en lugar de un derecho avalado por la nueva Ley de Identidad.
“Me operé el lunes de la Nuez de Adán y la nariz, y vine a pedir licencia para faltar a mi trabajo hasta recuperarme de la intervención. Nunca falto y esperaba que me otorgaran unos veinte días de licencia, que es lo habitual en estos casos", contó.
"Les expliqué a los médicos que estaba haciendo una readecuación de género reconocida por la nueva Ley de Identidad, pero aun así me denegaron la licencia porque consideraron que se trata de una simple cirugía estética que la Ley Laboral de la Provincia no admite como causal de licencia”, relató Quimey con el rostro todavía vendado.
"Y cuando insistieron en que de todas formas no iban a darme la licencia, les pedí entonces que me entregaran su decisión por escrito para poder reclamar en una instancia superior. Fue ahí cuando la cosa se puso muy tensa y llamaron al guardia de seguridad para hacerme sacar del edificio”, agregó la docente.
“Fue un horror. No les importó que estuviera con las heridas de la operación todavía abiertas. Nos sacaron a empujones. El grado de ignorancia y homofobia de esta empresa contratada por la dirección de Educación es de no creer”, se lamentó en la puerta del edificio la mamá de Quimey según publicó el diario El Día.
Ambas mujeres salieron del lugar con el escrito que les había sido negado para poder reclamar en una instancia superior y que se contemple la ley de identidad de género.