“¿Doc, es verdad que cuando te pones la vacuna contra el COVID no se puede tomar alcohol por 45 días?”. Una simple pregunta desencadenó la investigación del hurto de vacunas contra el COVID-19 desde el Hospital Regional de Comodoro Rivadavia.
La primera sospecha de un proceso de vacunación paralelo en la obra social de Camioneros se produjo el 28 de enero de este año. Según el fallo de la jueza federal Eva Parcio fue la auditora de la obra social la persona que llegó al edificio ubicado en Rivadavia 1255 y fue consultada por Cynthia Hernández, una de las empleadas administrativas del sindicato, sobre los riesgos de consumir alcohol después de recibir una dosis contra el coronavirus.
“Todavía no llegaron las vacunas ni para nosotros. Yo no estoy vacunada, soy diabética, mi papá médico y tiene 78 años, así que imagínate el tiempo que van a tardar en llegar las vacunas para ustedes”, fue la respuesta la auditora. Pero la respuesta de la empleada administrativa de la obra social de Camioneros descolocó a la médica. “Pero no, Doc. Si nos vacunan mañana”, manifestó Hernández.
El desconcierto de la médica fue mayor cuando el representante del gremio, Gastón Santana, le repitió la misma pregunta sobre si podía consumir alcohol después de ser inmunizado. La profesional de la Salud le contestó que no había peligro con ese tema. Santana se rió y le dijo que si a él le pasaba algo “iba a ser su responsabilidad”.
PARA ELLOS SOBRABAN
La médica tomó el teléfono y le mandó un mensaje de WhatsApp a María Eugenia Medina, secretaria de Desarrollo Social de Rada Tilly, para transmitirle las dudas de Hernández y Santana. La funcionaria de la villa balnearia le explicó que el riesgo de tomar alcohol después de vacunar es para “los rusos porque se toman una botella de vodka entera; si toman una cervecita el finde no pasa nada”.
Mientras la especialista y Medina intercambiaban mensajes, Hernández y Santana le consultaron a la auditora de la obra social de Camioneros si no se quería vacunar porque “sobraban”. La médica le contestó que no y que iba esperar su turno.
La auditora cumplió sus tareas en Camioneros pero en el transcurso del día recibió un pedido por parte de la trabajadora administrativa. “Doc, por las dudas no comente que nos vamos a vacunar. ‘Naza’ (en referencia a la directora de la obra social, Nazarena Borau) nos avisó que tengamos absoluta reserva, que no digamos nada”, fueron las palabras de Hernández que no evitaron el escándalo que se conocería después.
Al día siguiente, la médica se encontraba cumpliendo funciones en Rada Tilly cuando Hernández le confirmó que se pusieron la primera dosis de la vacuna Sputnik V y que su compañera se tuvo que retirar porque su novio había dado positivo de coronavirus.
EL FESTEJO QUE DURO POCO
La pregunta de si se podía tomar alcohol después de ser inmunizado fue la primera piedra de un edificio de problemas para los 24 imputados por la jueza federal Eva Parcio, lo cual se conoció el viernes último y fue informado por El Patagónico.
El 29 de enero fue un día clave para la investigación. La médica Celia Clementina Lucero, quien presta servicios en el Sistema de Evaluaciones Psicofísicas para el carnet de conducir, llegó a la obra social de Camioneros para ver unos estudios médicos. Saludó amablemente y las empleadas administrativas le contaron que habían sido vacunadas por una enfermera del Hospital Regional.
La situación llamó la atención de Lucero debido a que, para esa fecha, había una gran cantidad de médicos que aún no habían sido inmunizados, pero lo que la inquietó fue la presencia de una enfermera del centro asistencial en la obra social para llevar a cabo el proceso de vacunación.
Entonces, Lucero le envió un mensaje a la directora asociada médica del Hospital Regional, Romina Galarza, contándole la situación y manifestando su disconformidad con el criterio de vacunación.
“Es terrible; le voy a informar a (Eduardo) Wassermann”, le dijo Galarza a Lucero en referencia al director del Hospital Regional.
Los días pasaron y la médica regresó a la obra social de Camioneros. Les preguntó a las empleadas administrativas cómo habían pasado el fin de semana. La respuesta dejó en claro su nivel de impunidad.
“Re bien; yo me vacuné, tomé alcohol, anduve de fiesta en fiesta”, le contestó Hernández.
Mientras, Gisel Ampuero le comentó que estuvo “re mal; con diarreas, dolor de cabeza y cuerpo”.
Mientras la conversación iba fluyendo, la auditora de la obra social comienza a recibir una serie de mensajes de Medina preguntándole dónde vacunaron y cómo consiguieron vacunas en la obra social de Camioneros. La secretaria de Desarrollo Social de Rada Tilly le confesó que Miryám Monasterolo, titular del Area Programática Sur, ya había denunciado la desaparición de 30 dosis de Sputnik V. Comenzaba la investigación.