La planilla de ingreso a Olivos muestra que tres días antes de la fotografía de Yáñez con un ojo en compota, estuvo varias horas con ella la esteticista María Florencia Aguirre, quien realiza tratamientos de inyección de plasma rico en plaquetas, para atenuar bolsas y arrugas.
Una consecuencia frecuente en esos tratamientos son los hematomas, sobre todo en personas que reciben anticoagulantes o que consumen alcohol en exceso, que produce el mismo efecto.
Fernández presentó los testimonios del ama de llaves de Olivos y de la niñera de su hijo, identificadas como testigos A y G. Lo hizo en sendas declaraciones ante escribano, por su razonable desconfianza acerca de la imparcialidad del juez Julián Ercolini, su enemigo personal desde que lo denunció por el viaje a Lago Escondido, y del fiscal Ramiro González. El fiscal, además, incorporó al expediente la historia clínica de Yáñez en el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), dirigido por Facundo Manes, donde fue tratada en 2016.
EN LA BUSQUEDA DE PRUEBAS
El teléfono no tiene elementos para establecer la veracidad o falacia de las afirmaciones de Yáñez de haber sido golpeada. Tampoco acerca de la réplica de Fernández, quien insiste en el relato del tratamiento estético. La denuncia es verosímil, pero esa presunción debe confirmarse con pruebas, que superen los descargos del ex Presidente.
Hasta ahora no ha habido quien quisiera prestar oídos al descargo de Fernández, y todos los medios dan por sentado que las cosas ocurrieron tal como las denunció la mujer. Tampoco nadie declaró haber visto episodios de violencia, a lo sumo discusiones, y alojamiento de la pareja en habitaciones separadas. Pero la testigo A declaró que
"Le salían los golpes luego de las caídas que sufría por la ingesta de alcohol".
"Un día la encontré tirada en el piso en el medio de las plantas en la zona de la pileta".
"Cada vez que se reunía con sus amigas terminaba tomando demasiado".
En la residencia de Chapadmalal "tomó alcohol hasta el amanecer y en un momento de la madrugada bajó en estado de ebriedad adonde yo me encontraba cuidando al niño para llevarlo con ella. Sube al primer piso quedando sola con el bebé y se le cae". No tuvo otra consecuencia que un chichón.
Yañez guardaba el alcohol bajo llave en la casa de huéspedes. El peluquero se lo llevaba a escondidas.
"También su amiga Sofía ingresaba bolsos con bebida alcohólica".
"Además tomaba Rivotril y Clonazepan".
LA OTRA NIÑERA
La niñera G, practicante en una iglesia evangélica, dijo que Yáñez desatendía al bebé. Más de una vez debió sostenerla porque llegaba borracha. La vio mientras le realizaban el tratamiento estético de PRR, después del cual le quedaban moretones en los ojos.
La historia clínica de INECO contiene este diagnóstico: trastorno de personalidad, bipolaridad y adicción al alcohol. También consigna que antes de su relación con Fernández ya había tenido dos abortos. Esa constancia de los problemas que la afectaban podría ser un agravante, si se comprobara que existieron los golpes a una persona vulnerable.
Pero el propósito del ex Presidente es cuestionar la veracidad de los hechos denunciados. Según Yáñez, su inestabilidad emocional y su alcoholismo son consecuencia del maltrato recibido y de la pérdida de un embarazo. Con la historia clínica y las veinte fichas complementarias, con manuscritos de Yáñez sobre el tratamiento, el acusado intenta demostrar que esos problemas ya existían cinco años antes.
Según La Nación, con la testigo A "comienza la operación de desprestigio" de Yáñez. Ese medio no solo da por probada la denuncia. Además, señala como responsable a CFK porque algunas expresiones suyas de entonces sugieren que no ignoraba que el Presidente se distraía de su función en coqueteos extraconyugales. El linchamiento mediático de Fernández, que ya ha sido condenado en el liviano tribunal de los opinators, procura destruir no solo al ex Presidente, sino a todo el peronismo, comenzando por Cristina.
Fuente: El Cohete a la Luna