Luciano, 48 años después, busca a la familia que lo dejó en Zapala

La vida de Luciano Ezequiel Posat es una búsqueda conmovedora. A sus 48 años, este hombre que hoy cría a sus dos hijos en Mar del Plata, ha descubierto que sus raíces no son las que siempre conoció.

Hace un tiempo, sus sospechas se confirmaron: era adoptado. Y esa revelación lo llevó a Zapala, la "ciudad del viento", donde una joven de 16 años, su madre biológica, lo dejó y nunca más lo volvió a ver. Ahora, Luciano persigue la identidad que le fue arrebatada.

"Hoy tengo 48 años y hace unos años me enteré que era adoptado y la información que tengo es que soy zapalino y que mi fecha de nacimiento fue el 24 de octubre de 1976 en el hospital local", cuenta Luciano a LMNeuquén. Criado por Néstor Posat y María del Carmen Pachiello, una pareja de Bahía Blanca ligada a YPF, las dudas sobre su origen comenzaron a gestarse mucho antes de que sus padres adoptivos fallecieran.

Con 20 años, Luciano ya sentía una "abismal diferencia de carácter" con quienes creía sus progenitores. Tras su muerte, a sus 37 años, esa intuición se hizo insoportable. Decidió buscar la verdad. Los datos que logró recolectar apuntan a que su madre biológica tenía entre 16 y 19 años al momento de su nacimiento, y su padre biológico entre 19 y 21.

"Sería hermoso encontrar a mi familia real y acortar el tiempo en un fraternal abrazo y cerrar mi historia con mis orígenes verdaderos. En mi búsqueda no hay odio alguno, solo amor y deseos de conocer mi identidad", dice Luciano con una esperanza inquebrantable. Este zapalino de nacimiento, como él mismo se siente, lleva un año haciendo una intensa campaña en redes sociales, no para juzgar, sino para abrazar la memoria de sus verdaderos padres.

La sombra de la apropiación de menores durante la última dictadura militar sobrevoló sus pensamientos. Acudió a la Asociación Madres de Plaza de Mayo en busca de una prueba de ADN, pero los resultados no arrojaron respuestas definitivas en ese momento.

Sin embargo, el destino le tenía reservada otra vía. Tras el fallecimiento de su esposa Noelia en 2020, sintió con más fuerza la necesidad de conocer sus raíces para sus hijos, Lucía y Lucas. Una amiga de la infancia, hija de amigos de sus padres adoptivos, fue la clave. Ella, que había sido testigo de su llegada a la familia, le confió la verdad: "Me dijo que había sido en Zapala y me hizo una descripción de mis padres biológicos. Recuerda a una mujer muy joven, entre 16 y 19 años, con un poder adquisitivo muy malo, muy pobre y un chico joven, soldado raso, que vendría a ser mi padre. Ella lo que más recuerda es la cara de miedo, de duda y de susto de aquel conscripto", relató Luciano, dando forma a una parte crucial de su historia.

"Fui comprado", afirma Luciano sin rodeos. Las averiguaciones y confesiones de allegados a su familia adoptiva le revelaron que sus padres adoptivos habrían financiado el embarazo y el parto de su joven madre biológica en Zapala, debido a sus escasos recursos. "Lo más firme que tengo hoy es que fui comprado a mi madre biológica", subraya.

Esta cruda verdad lo deja en un limbo de identidad: "Cuando me preguntan si yo soy hijo de desaparecidos o hijo de una violación o hijo de una compra o de lo que sea yo a todo eso le tengo que decir que sí lo soy porque no tengo nada en claro de quién soy y de cómo realmente yo estoy en esta vida con mis 48 años en la actualidad".

Pese al dolor de esta revelación, Luciano recalca que su búsqueda no tiene fines económicos ni guarda rencor. Es una búsqueda de sanación, de cerrar un círculo que lleva 48 años abierto. "No hay rencor, ni dolor, ni culpa hacia mi madre y padre biológicos, ni a la familia en general. Solo ganas de saber mi identidad y poder transmitírsela a mis dos hijos", concluye, con la esperanza de que, finalmente, su historia tenga un reencuentro.

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