La joven, conocida por ostentar una vida de lujo en sus redes sociales, fue detenida en diciembre de 2024 en el aeropuerto Ingeniero Ambrosio Taravella, cuando estaba a punto de viajar a Buenos Aires.
Candela Salazar utilizaba su cuenta de Instagram, donde tiene más de 9.000 seguidores, para captar a sus víctimas. En sus publicaciones, ofrecía cursos de "transformación personal" y enseñanzas para convertirse en nómada digital, prometiendo ganancias exorbitantes a través de inversiones en criptomonedas. Según la investigación, Salazar aseguraba rendimientos de entre un 10% y 12% mensual, lo que atrajo a varias personas que confiaron en sus promesas.
La influencer no actuaba sola. Su socio, Nicolás Gionco, era el encargado de captar clientes en un gimnasio local. Una vez convencidos, los "inversores" entregaban su dinero a Salazar, quien supuestamente lo hacía "rendir" en operaciones financieras. Al principio, los clientes recibían pequeños pagos como prueba de los rendimientos prometidos, pero hacia fines de 2023, los pagos se detuvieron por completo.
Mientras los inversores esperaban recuperar su dinero, Salazar continuaba mostrando en sus redes sociales una vida de viajes y lujos. Según las autoridades, el dinero de las víctimas era utilizado para financiar su estilo de vida, lo que generó indignación entre los damnificados. Las denuncias comenzaron a acumularse, y la investigación reveló que el esquema no era más que una estafa piramidal sin respaldo real en inversiones.
Tras analizar las pruebas, la Justicia determinó que liberar a Salazar representaría un riesgo para el proceso judicial, ya que podría intentar fugarse o entorpecer la investigación. Por este motivo, se dictó su prisión preventiva, al igual que la de su socio, Nicolás Gionco. Ambos enfrentan cargos por estafa agravada, y las autoridades continúan investigando si hay más víctimas involucradas.
Las 11 personas afectadas entregaron sumas significativas de dinero con la esperanza de obtener los rendimientos prometidos. Sin embargo, hasta el momento, no han recuperado ni el capital inicial ni los intereses. La Fiscalía sostiene que el esquema estaba diseñado para colapsar una vez que los nuevos ingresos dejaran de cubrir los pagos a los primeros inversores, una característica típica de las estafas piramidales.
El caso de Candela Salazar pone en evidencia los riesgos de confiar en promesas de ganancias rápidas y exorbitantes, especialmente en el ámbito de las criptomonedas y las redes sociales. Las autoridades instan a la población a ser cautelosa y a verificar la legitimidad de cualquier oferta de inversión antes de comprometer su dinero.
La influencer y su socio permanecerán detenidos mientras avanza el proceso judicial, que busca esclarecer el alcance total de la estafa y garantizar justicia para las víctimas.