Miguel Baeza tuvo una vida breve y trágica. Además de haber estado involucrado en la muerte del joven Néstor Vázquez (ver aparte), había sido condenado a principios de este siglo por el crimen de un comerciante y hallándose en libertad condicional, se le incautó un arma que podría haber sido la utilizada para comete otro homicidio: el del joven Jonathan Sebastián Oliva, de 24 años, en el barrio Máximo Abásolo.
Este último hecho ocurrió en diciembre de 2014 y en la casa del dirigente sindical que falleció este lunes se incautó entonces un arma 9 milímetros, similar a la utilizada para ejecutar al joven que se disponía a comer un asado.
En las horas posteriores se detuvo a tres personas y se secuestraron elementos de prueba. Según la información oficial a la que entonces accedió El Patagónico, el principal operativo se cumplió en el domicilio de la calle Los Ciruelos 4.226, donde residía Miguel Alberto Baeza (por entonces de 32 años), dirigente del gremio de la construcción.
Los investigadores hallaron una pistola 9 milímetros marca Browning con trece proyectiles y se presumía que hubiera sido la utilizada en el asesinato de Oliva. El dato llamativo era que las balas se correspondían con la marca de las vainas servidas secuestradas en la escena del crimen. La pericia iba a ser determinante para conocer el grado de implicancia de Baeza.
En el inicio del operativo el hombre esperaba a los efectivos con el arma en la cintura y tuvo que ser reducido por su agresividad. Sus acompañantes, Adrián Baeza (42) y Claudio Martín Uribe (30), también fueron aprehendidos por atentado y resistencia a la autoridad.
Cuando ocurrió el hecho –hace 8 años- Baeza gozaba de libertad condicional tras ser condenado por el homicidio de Alejandro Riquelme, ocurrido el 17 de abril de 2004 en el comercio que tenía en el barrio Las Flores. Ahora se lo imputaba por portación y tenencia ilegal de arma de fuego y resistencia a la autoridad. Además, perdería su beneficio, ya que no había demostrado un cambio de hábitos de vida, tal como ratificaría posteriormente con la muerte de otro sindicalista, Néstor Vázquez.