Futuro artífice de la integración de Lahusen & Cía. a una red de información alemana durante la Segunda Guerra Mundial, Wilhelm Canaris todavía era teniente de la Marina Imperial cuando cruzó la cordillera a caballo por el paso Puyehue y buscó ayuda en Bariloche. Transcurría el invierno de 1915 y no debió ser fácil la travesía porque la ruta que conocemos en la actualidad era apenas una huella.
El futuro almirante quería alejarse de los británicos, después de hundirse el barco donde servía. Aquí, contó con el respaldo del mismísimo Carlos Wiederhold Piwonka. Por entonces, quien los relatos acríticos erigen en fundador de la ciudad de San Carlos de Bariloche era cónsul alemán.
El 8 de diciembre del año anterior, la flota alemana que integraba el crucero “Dresden” había sufrido una grave derrota en las islas Malvinas a mano de británicos. El navío en el que se desempeñaba Canaris fue el único que quedó a flote y buscó refugio en los intrincados canales y fiordos que caracterizan el extremo sur de Chile.
Aquella evasión tuvo éxito durante varios meses, pero, finalmente, el barco quedó rodeado en la isla Juan Fernández y la derrota se consumó. Junto con sus camaradas, Canaris fue internado en Chile, frente al puerto de Talcahuano. Formalmente, eran prisioneros, pero, al parecer, la Armada chilena no fue muy estricta con las medidas de seguridad y se supo que varios de los oficiales viajaron a la cercana Concepción en más de una ocasión. Quizás en esos viajes se urdió la fuga que involucraría a familias barilochenses.
NUEVA IDENTIDAD
En agosto de 1915, Canaris ya contaba con un pasaporte chileno que había gestionado la Embajada Alemana en Buenos Aires. Su nueva identidad: Reed Rosas. Su nueva apariencia: un comerciante anglo-chileno. Su educación facilitó las cosas, porque hablaba correctamente inglés y español. El 6 de ese mes Reed Rosas arribó a Osorno, después de un viaje de 500 kilómetros en tren.
Canaris se dirigió desde Concepción al sur. Desde mediados del siglo XIX la zona atraía considerable colonización alemana, con fuerte presencia en Valdivia, Llanquihue, Puerto Montt y, precisamente, Osorno. Ese influjo influyó en los albores de Bariloche, una vez que finalizó la Campaña al Desierto. Los vínculos entre alemanes a una y otra vertiente de la cordillera eran más que fluidos.
Mientras permaneció en la vecina localidad trasandina, se alojó en la mansión de la familia Von Geyso. Allí preparó su fuga, junto a otros marinos del “Dresden”. Por indicaciones de su anfitrión, se dirigió al fundo de la familia Eggers en Puyehue. El contingente no se valió de baqueano alguno para acometer el cruce, pero las comunicaciones eran aceitadas porque en uno de los extremos del Nahuel Huapi, otro de los Eggers recibió al fugitivo para concretar su traslado a Bariloche en una embarcación.
De este lado de las montañas, Canaris permaneció en la estancia que administraba Luis von Bulow, es decir, la San Ramón. Aparentemente, fue allí donde conoció a Carlos Wiederhold, por entonces, cónsul alemán. El fundador del viejo San Carlos proporcionó ayuda y el marino siguió viaje hacia el litoral, donde finalmente logró embarcarse en un carguero holandés. Tiempo después, desembarcó en el puerto de Róterdam. En Alemania fue bien recibido y recibió las insignias de capitán.
La guerra continuaba. Por órdenes superiores comenzó a desempeñarse en la Inteligencia de la Marina y, como hablaba muy bien español, fue a trabajar a la Embajada Alemana en Madrid. Se involucró en tareas de espionaje y logística, con la identidad con que había pasado por la Argentina: Reed Rosas. De hecho, se presentaba como oriundo de Osorno, una pequeña y remota localidad del sur de Chile.
LOS FAVORES A LAHUSEN
Más tarde, comandó un submarino en el Mediterráneo, que acreditó 18 hundimientos. Ese desempeño hizo que recibiera la Cruz de Hierro de Primera Clase, una destacada distinción. Una vez finalizada la contienda, Canaris se consagró a organizar los Freikorps, cuerpos paramilitares que comenzaron a actuar durante la revolución de 1918 y desataron sobre los obreros una sangrienta represión.
Cuando quedó al frente de la Inteligencia de la Marina de Guerra en la Segunda Guerra Mundial, tuvo presente los favores de los compatriotas que había conocido en Nahuel Huapi, entre ellos los directivos de Lahusen & Cía., empresa que durante muchas décadas tuvo importante presencia en Bariloche y la región, en competencia con la compañía que en 1908 habían fundado José Menéndez y Mauricio Braun: La Anónima.
Fuente: El Cordillerano