El cautiverio de originarios fueguinos en zoológicos humanos europeos

Integrantes de etnias originarias americanas fueron llevados a la Europa blanca de fines del siglo XIX secuestrados o engañados con el objetivo, muchas veces comercial, "de mostrarlos en zoológicos humanos donde exponían a los que llamaron los salvajes del Fin del Mundo", afirma Carlos Espinosa, autor de un flamante libro que investiga el cautiverio y muerte de un grupo de indios.

“Extraordinaria exposición viviente de los indios salvajes del Fin del Mundo”, tal el nombre del texto publicado por Ediciones Aukin, ficcionaliza un caso verídico del cautiverio de un grupo de la etnia kawésqar, con la muerte de siete de los once indios trasladados a Europa con la excusa de mostrarles otro modo de vida.

“El relato es una ficción elaborada con una sucesión de circunstancias imaginarias, pero basadas en hechos reales descriptos en crónicas de la época por el investigador chileno Christian Báez Allende”, explica Espinosa a Télam.

El trabajo de este investigador, doctorado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile, está reflejado en sus obras “Zoológicos humanos, fotografías de fueguinos y mapuche en el Jardín d’Acclimatation de París, siglo XIX” (en coautoría con Peter Mason); “Cautivos fueguinos y patagones en zoológicos humanos”; y su tesis de doctorado “Más allá de las imágenes. Fotografías de fueguinos y patagones en contextos de exhibición, 1878-1898”.

Los nombres de los protagonistas indígenas utilizados por Espinosa son imaginarios. Sin embargo, son reales los personajes del empresario circense alemán Carl Hagenbeck, un traficante de vidas humanas que organizó numerosas muestras de personas cautivas en ciudades europeas y que supo trascender como fundador del zoológico de Hamburgo que hasta hoy lleva su nombre.

Hagenbeck está considerado como el precursor de este tipo de "puestas" sustentadas en la idea de la supremacía europea e introdujo exhibiciones (in) humanas convirtiéndose, de este modo, en un promotor del racismo científico que diseminó la idea de pueblos atrasados y otros civilizados.

Es así que se crearon museos y parques o circos itinerantes en los que, en lugar de exponer jarrones u obras de arte, presentaban seres humanos procedentes de pueblos o etnias consideradas inferiores.

Familias de origen africano, esquimales, personas asiáticas y del Fin del Mundo fueguino, fueron exhibidos como animales en condiciones infrahumanas.

Desde fines del siglo XIX se popularizaron “los zoológicos humanos”, especialmente en Francia, Bélgica y Alemania, donde se exhibieron -de modo itinerante y con fines comerciales- a familias enteras como un anticipo horroroso de lo que sobrevendría, pocos años más tarde, con la multiplicidad de los genocidios y holocaustos del siglo XX.

Espinosa destaca a Télam que el propósito de su libro “es ilustrar sobre esta trágica historia de sometimiento y crueldad contra un grupo de indios fueguinos del sur del territorio americano”.

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Y agrega que esta historia de cautiverio culminó “con la muerte de siete de las once personas llevadas por la fuerza a Europa, no fue el único”.

“Este tipo de barbarie fue muy común en las últimas décadas del siglo XIX, impulsadas con fines comerciales o evangelizadores, para mostrar en el Viejo Mundo a personas presentadas como especímenes curiosos o criaturas salvajes recuperadas para la civilización en el marco del pensamiento positivista de las clases dominantes”, asegura.

La finalidad del libro “es mantener en la memoria social el sufrimiento del pueblo kawésqar y de todas las comunidades originarias violentadas por hombres blancos que se decían civilizados”, concluye Espinosa.

Su obra puede leerse on line, de forma gratuita, desde el link https://es.calameo.com/books/0063817343b5faa5a8840, y si el lector quisiera bajarlo del sistema o imprimirlo debe solicitar una clave al correo a[email protected].

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