Por J.A.O. (periodista de El Patagónico)
Buenas ¿Cómo los trata este jueves? (¡Que palabra más careta es jueves! Me suena a esos falsos que te pintan que la vida es una fiesta y que, de vez en cuando, tenemos alguna derrota. Para mí es al revés, pero muchas veces les compro sus espejitos de colores. Solo para no sentir un bicho raro en la sociedad).
Yo acá escuchando música, viendo a la gente pasar (la mayoría sin barbijo) y tomando algún que otro té. No he tenido síntomas y cada día me siento mejor. Lo único que cambia constantemente es mi ansiedad. Quiera obtener el resultado de mi hisopado lo más pronto posible. Si fuera por mí, iría al laboratorio del Hospital Regional y examinaría mi propia muestra. Pero sé que no puedo. Ni siquiera puedo sacar la basura por miedo de cruzarme a alguien y contagiarlo (si es que lo estoy).
Las horas son días y los días son meses. No me quiero imaginar si tengo que estar un mes encerrado. Es por eso que esta crónica me permite despejarme un poco. Aunque poder contarle a alguien lo que estoy viviendo. Ustedes son como mis psicólogos, pero sin que les entregue el número de mi obra social. Algún día les devolveré este favor. Es una promesa.
Más allá que uno puede seguir trabajando (¡aunque no lo crean el periodismo es un trabajo! Mal pago, precarizado y desgastante, como todo oficio en este país), trata de buscar llenar esos espacios vacíos que antes eran ocupados en el colectivo, una librería o un gimnasio. Les confieso que no he realizado actividad física por miedo de que aparezca algún síntoma. Sí, es una idea boluda (perdón por el insulto) pero yo me siento seguro en mi estupidez. Es como mi seguro anti ilusión que me ofrece mi cabeza. Si te ponés a pensar es prácticamente lo mismo que ofrecen/ obligan a contratar los bancos cuando vas a pedir una tarjeta de crédito.
Así que mi vida es más aburrida de que de costumbre. El que me conoce dirá “¿Cuándo tu vida fue interesante, pendejo?” ¡Pero bueno uno se hace ilusiones!
Trato de no ponerme sentimental. Eso siempre termina siendo estúpido. Busco la manera de escapar del encierro. Aunque sea por un ratito. Me imagino que estoy en la parada del colectivo y que un vecino me pide que le preste la SUBE, sabiendo que el kiosco está a dos pasos. Sí, extraño que un extraño me pida algo muy comodorense.
Extraño el aire. Extraño prepararme un café y que me haga doler el estómago de lo fuerte que está. Extraño ver a la gente pasar mientras camino escuchando música. Perdón me puse sentimental. Es imposible no estarlo. Llevo cuatro días encerrado, sin saber el resultado de mis estudios. Ténganme paciencia.
En las últimas horas me imagino posibles escenarios posibles. Trato de que los malos pensamientos no me ganen la batalla porque la guerra ya está pérdida hace rato. Decepcionado de mí mismo comienzo a gastar el tiempo viendo videos en Youtube (o shotú como le decimos en el barrio). Me siento como un bicho aplastado en el piso. Miro el teléfono a cada rato. No hay novedades. Voy a la heladera. Tampoco ofrece un panorama distinto desde la mañana.
Miro la ventana. Veo a un perro callejero disfrutando de la tarde. Se acuesta panza arriba para aprovechar el sol. Es feliz. Con tan poco es feliz. Un vecino le lleva alimento. Lo mira con su cabeza dada vuelta. No se inmuta. El vecino se ríe. Yo me río. El sigue en la misma posición. Me gustaría estar en su lugar.
Unos minutos después decide comer. Llegan más perros. Corren todos juntos. Miran los autos pasear y se muerden los tobillos. Ellos no tienen las mismas preocupaciones que nosotros. Son libres (y de verdad. No como los pokemones que aparecen en la TV, toman dióxido de cloro o gritan “viva la libertad” mientras se indignan porque un vecino decidió votar a un partido político).
Hoy es el día más bajón que he tenido en este encierro. Estimo que a las personas que están en esta situación les pasa exactamente lo mismo. Ojalá que no sea nada y que pronto recibamos el llamado y que nos digan: “Hola (pone tu nombre). Te llamamos desde el Area Programática Sur y el resultado de tu hisopado es negativo”. Estoy esperando esas palabras. Estamos esperando ese llamado. Pero hay que aguantar. Como sea. Porque es lo correcto.
Ojalá mañana les pueda ofrecer algo más entretenido o, por lo menos, algo menos bajón. Sepan disculpar.
Estimo que esto solo lo leerá mi familia (a esta altura creo que solo mi mamá y por compromiso) y los editores del diario (también por compromiso). Pero si en el caso que sean varios los que se atreven a llegar hasta este párrafo, les dejo un juego. Usé (mejor dicho copié) una estrofa de una canción de Radiohead. Ojalá puedan descubrir que canción se hace referencia. Por lo menos es algo para quienes están aburridos.
Es todo por hoy. Si salen a la calle, tomen recaudos. Los contagios son cada vez más y los hisopados tardan más de lo esperado.
Hasta mañana.