Hernán Barreda Correia (31), médico residente en Clínica Médica (Sanatorio Güemes-UBA, Buenos Aires), Salud Pública (UBA). M.N 161.907.
E.P. ¿Cómo están trabajando en el Sanatorio en estos momentos de apertura de las restricciones para la población?
H.B. "Gracias a la gestión y la predicción basada en datos en el Sanatorio Güemes seguimos trabajando muy bien, como pudimos hacerlo durante toda la pandemia. La reorganización y la implementación de nuevas estrategias como regla, utilizando el combustible de la retroalimentación de los procesos que ejecutamos donde ganamos o aprendemos, es la clave del éxito en la gestión de procesos en salud.
Afortunadamente en CABA -y respondiendo a los modelos matemáticos de predicción que elaboró el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria- desde hace aproximadamente 30 días, estamos en la parte descendente de la curva de contagios y eso se ve reflejado en la cantidad y el tipo de consultas que recibimos a diario.
Somos una de las instituciones de salud que más casos de Covid 19 manejó durante toda la pandemia, con 3.500 casos diarios durante el invierno. Hasta el momento no hay aumento de la demanda ni nada que haga pensar en el tan temido rebrote”.
Por otro lado, Hernán enfatizó en que las curvas de contagio en las provincias se parecen a las de Europa y explicó: “De todos modos, hay que ser cuidadosos y detallistas en el análisis de las curvas de contagios y circulación viral. Si uno mira la curva nacional, es una curva que asciende, evoluciona con una meseta y luego desciende. Esta curva nacional, como todas, está conformada por otras curvas más pequeñas de cada provincia.
La curva de Europa, Norteamérica o Brasil, son curvas con un gran pico inicial -sin meseta- y luego un descenso progresivo. En el pico está el colapso de salud y aplanar curvas baja la probabilidad de ese colapso y, con el colapso, de contagios o muertes evitables.
Ahora, si uno mira las curvas de muchas provincias argentinas, tienen una morfología con pico y no a mesetas, se parecen más a las curvas de Europa y Norteamérica que a las de CABA y AMBA”.
Hay que tener políticas sanitarias preventivas, sobre todo para la evolución de estos lugares. Son los municipios a donde hay que dirigir esfuerzos, recursos y estrategias de cara a la apertura turística en verano y al reinicio de clases presenciales”.
PROGRAMA DE DESPEDIDA FINAL DE PACIENTES TERMINALES
Recientemente, el Sanatorio Güemes recibió reconocimientos por permitir la despedida final a pacientes terminales.
E.P. ¿Cómo es el programa de despedida final?
H.B. “El 90 % de la comunicación es no verbal. Por supuesto que es necesario que los trabajadores de la salud demos información verbal sobre la evolución de los enfermos a sus familiares. Pero esto, tan necesario, no es suficiente. Los familiares, además de recibir información médica, necesitan interaccionar con todos los sentidos con sus seres queridos enfermos.
La pandemia puso una barrera epidemiológica en esto, donde tuvimos que distanciar pacientes de familiares para minimizar la circulación del virus y prevenir nuevos contagios. Esto genera una incertidumbre muy angustiante en los familiares. Y esa angustia es parte del acto médico, por lo que salimos al cruce a construir estrategias que pudiera acercar a familiares de enfermos críticos sin ponerlos en riesgo a ellos ni a sus contactos.
Liderado por Jorge Duraume, el equipo de Cuidados Paliativos del Sanatorio y la Dra. Camila Heredia desde la gestión de Clínica Médica implementando las videollamadas para los informes médicos y las televisitas a familiares, intentamos estar a la altura de estos desafíos y por este proyecto fuimos distinguidos por la Legislatura porteña.
E.P ¿Qué podrías contarnos sobre la vacuna de Covid-19, en cuanto tiempos, efectividad, “incredulidad” de la gente, si se puede hablar de vacuna para volver a la normalidad de antes o a una nueva normalidad?
H.B. Con respecto a la vacuna una lectura global (A) y un posicionamiento personal (B). (A) El mejor navegante es el que lee el mar antes de zarpar.
Las aguas hoy nos muestran aproximadamente 50 vacunas en protocolos de investigación; 11 en fase 3 (en estudio con voluntarios). Ninguna en fase 4 (con eficacia y seguridad comprobada en los voluntarios de fase 3, abierto a la población en fase 4).
De ellas, el Ministerio de Salud de la Nación está en negociación con la vacuna Sputnik, Johnson & Johnson, Pfizer, Oxford y Sinopharm. Las tres últimas se testean en el país.
Cómo en cualquier otro tratamiento, uno a la vacuna tiene que pedirle (1) eficacia, (2) seguridad, (3) costo razonable, (4) practicidad en su utilización.
1. Todas impresionan eficaces en lo arrojado en estas fases 3 (en proceso).
2. Todas impresionan seguras, pero no es algo que uno pueda firmar y sellar hasta completadas las fases 3.
Este es el cuello de botella a la obligatoriedad. Es muy poco probable que el Ministerio de Salud de semáforo verde en obligatoriedad a una fase 3 incompleta, porque de manera institucional es muy espeso obligar a algo aun no completamente comprobado.
Pero seamos plenamente conscientes que la omisión de políticas también genera daño, que de la mano de la no vacunación podemos estar perdiendo oportunidades de reducción de contagios, enfermos y muertos. Y en este mismo orden de cosas muchas veces desde la sociedad actuamos de manera paradójica: salimos con antorchas en las manos a incinerar la posibilidad de la vacuna que, en su conjunto, lleva más de 500.000 de personas testeadas sin grandes efectos adversos, y con las mismas manos aplaudimos a esos médicos que salen a vender ibuprofeno inhalado que no tiene ningún desenlace clínico comprobado en toda la literatura científica.
3. Salvo la de Oxford por barata (4 usd) y la de Wuhan por cara (140usd), la mayoría rondan los 20 usd por dosis. Es mucho dinero, sí. Pero es muy poco dinero comparado con el costo derivado de los millones de enfermos en la pandemia.
Los sistemas de salud más justos y eficientes del mundo no son aquellos que más gastan sino aquellos que mejor gestionan y distribuyen recursos. Las vacunas siempre son una herramienta costoefectiva y una buena noticia en la gestión en salud.
4. Algunas vacunas (Pfizer, Johnson&Johnson) requieren una conservación a -70°, algo muy poco operativo. De este punto se desprende, una vez más, la necesidad de contar con una Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías Sanitarias que se ocupe plenamente de estas coyunturas.
Spinoza decía que hacer el bien es incrementa las propias potencias sin atentar contra terceros cuerpos. Hay todo un conjunto de gente defendiendo la propia inmunidad constituida por alimentación saludable y buenas intenciones como argumento antivacuna.
Acá nadie discute eso. Lo que está en juego es que tanto el aislamiento, el distanciamiento, el barbijo, el lavado de manos y la vacuna, bajan la circulación viral y con ello la probabilidad de que se infecte un chico de 15 años con leucemia o una señora de 70 con diabetes y evolucionen muy mal, como es muy probable.
A modo de ejemplo: no es saludable, pero tenés derecho a emborracharte en tu casa, pero no vacunarte equivale a salir a manejar borracho. Vos podés estar en contra de beneficios individuales, pero no podés negarte a responsabilidades tuyas sobre terceros”.
E.P. ¿Hay algo más que consideres necesario hacer mención?
H.B. “El 2020 nos mostró la necesidad urgente de trazar estrategias que fortalezcan un periodismo científico. Si uno observa las encuestas de la pandemia sobre adherencia a los protocolos de ASPO y DISPO o la opinión sobre la vacuna, la mayoría de las negativas se basan en la confianza en propuestas que están sobradamente validadas en la literatura científica.
Hay una brecha entre el esfuerzo enorme que ponen muchos científicos/as o personal sanitario en la salud del pueblo y cómo esto es percibido por la sociedad. En el medio hay grandes intereses utilizando la legitimación que tienen muchos medios de comunicación. De cara al 2021 tenemos el desafío de tomar ese guante y dar la disputa de sentido y comunicación confiable que todos merecemos”.