Javier Ferrer está borrado, sabe que se le viene la noche, tiene sus cuentas de redes sociales, con las que se hizo famoso para engañar a la gente, cerradas. Pero en la AFIP lo tienen cercado. No paga impuestos, promovió el delito de la rebelión fiscal: cada día está más complicado.
El engaño de Ferrer no comenzaba con sus recomendaciones en redes sociales, donde el influencer ofrecía a sus seguidores charlas y cursos con altos precios en dólares.
Según trascendió, cobra 2.500 dólares por sus clases. En estos espacios, Ferrer busca enseñar a sus seguidores cómo "volverse ricos". Pero no declaró nada de esto.
La estafa de Ferrer comenzaba con el engaño a la AFIP, manejando autos de lujo, con oficinas carísimas en la Recoleta, este influencer figura Autónomo Categoría 1 y no tiene ninguna sociedad declarada, según le confirmaron a minutouno.com.
A través de un trabajo de investigación y cruces de información sobre ingresos, egresos y registros de información desde áreas especializadas del organismo que conduce Carlos Castagneto, surge que contribuyentes que desarrollan sus actividades como supuestos asesores de negocios a través de distintas redes sociales perciben altas sumas dinerarias por las representaciones de sus contenidos como asimismo publicidad no tradicional sin que las mismas se encuentren registradas, como es el caso de Ferrer.
"El dato que llamó la atención de los agentes de AFIP fue la presencia de algunos de estos personajes inscriptos en el organismo bajo Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes (Monotributo) y/o en la categoría 1 de Autónomos (la más baja de dicha modalidad)", informó AFIP, sin nombrar a Ferrer pero está ahí.
"La tarea del organismo que conduce es incorporar a estos contribuyentes en el sistema y que se le aplique el rigorismo de la ley para que paguen lo que corresponda, máxime cuando estos influencers” a través de su tarea propagan en la sociedad una vida que no se corresponde con la responsabilidad social que deben tener como ciudadanos", remarcó el Administrador Federal, Carlos Castagneto.