Muñoz se metió en la historia grande del olimpismo nacional

Los chubutenses cumplieron un gran papel en el maratón de Tokio 2020, entre los mejores 106 exponentes del planeta. El atleta de Gualjaina finalizó 31º y rompió el récord argentino, mientras que Arbe, de Esquel, terminó 53º. El keniata Eliud Kipchoge fue el ganador de la exigente prueba.

En representación de Argentina, los chubutenses Eulalio “Coco” Muñoz y Joaquín Arbe hicieron historia en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020

Muñoz, oriundo de Gualjaina, terminó en la posición 31, con un tiempo de 2:16:35 que le permitió romper el récord argentino. Por su parte, Arbe, nacido en Esquel, finalizó 53° sobre 106 atletas, con un registro de 2:21:15.

El keniata Eliud Kipchoge, rey de la prueba del maratón, se quedó con la medalla de oro, mientras que el holandés Abdi Nageeye ganó la de plata y el belga Bashir Abdi la de bronce.

Párrafo aparte para “Coco” Muñoz, quien con 26 años recién cumplidos y con su cuarto maratón, desplegó la mejor actuación de los últimos 60 años del atletismo argentino.

Según consigna Clarín, cuando llegaba la noche sobre la Argentina, pero recién comenzaba la mañana en Japón -más exactamente en Sapporo, prefectura de Hokkaido- el ambiente mundial de la maratón asistió a un verdadero acontecimiento, de aquellos que quedarán para su historial. Y no justamente por las marcas, directamente “imposibles” en un ambiente que combina calor y humedad hasta límites muy difíciles, como ocurrió con las pruebas de marcha y maratón.

Sucede que ese fenómeno llamado Eliud Kipchoge se aseguró con total autoridad su segunda medalla de oro consecutiva en el maratón olímpico, la prueba que cierra el programa atlético de los Juegos de Tokio 2020. Y de ese modo, ya no quedan dudas de que se trata del más grande maratonistas de todos los tiempos.

Pero, también, la prueba tuvo un sabor muy especial para los argentinos. Tal vez a los ojos de los “resultados importantes”, un 31° puesto no signifique demasiado. Sin embargo, lo es: Eulalio Muñoz, ese joven fondista surgido de Gualjaina, en Chubut, coronó una excelente actuación en ese lugar y marcó 2h16m35s.

Pese a las adversidades climáticas, es lo más rápido que un argentino ha corrido en el historial del maratón (aunque no sirven las comparaciones de época para esta prueba).

Pero desde que Osvaldo Suárez lograra el noveno lugar en Roma 1960 con el entonces tope sudamericano de 2h21m27s, los argentinos no pudieron figurar muy alto en esta prueba.

Fue justamente en Roma 1960 cuando comenzó la era del absoluto dominio africano, esa revolución que transformó a las carreras de fondo. Y desde nuestra región, se fue perdiendo contacto.

Por eso, es muy valioso lo que consiguió Muñoz. Y también Joaquín Arbe, otro oriundo de Chubut, estuvo en un nivel aceptable con el 53° puesto entre los 106 participantes, marcando 2h21m15s en un ritmo regular de carrera.

Tanto Muñoz como Arbe tuvieron que afrontar múltiples inconvenientes a lo largo de este último año y medio para realizar una preparación adecuada. Por supuesto, la pandemia afectó a todos, pero lo cierto es que las restricciones del año pasado los limitaron a ambos, que tuvieron que pausar sus largos ciclos de corridas. Y ni que hablar de competencias, casi todas canceladas.

En el último mes tuvieron que realizar la puesta a punto en la altitud. Muñoz lo hizo en Toluca (México) y Arbe en Paipa (Colombia). También pasaron unas cuantas complicaciones para llegar hasta allí, pero el esfuerzo dio resultado. Fueron dos actuaciones muy buenas y justificaron en ambos casos el debut como olímpicos.

Es muy positivo, como un impulso para el atletismo de fondo en nuestro país, una actuación del nivel de la que exhibió Muñoz. Y lo que cumplió Arbe.

En el caso de Muñoz, porque salió con un ritmo que pareció fuerte de entrada (46m43s al pasaje de los 15 km, 1h05m57s para el medio maratón) y sin embargo, logró mantenerlo. Arbe fue remontando posiciones (había pasado en el 83° puesto a la altura de los 10 kilómetros con un ritmo de 31m58s) y luego se fue afirmando.

Finalmente, lo que se vivió en una noche argentina/mañana japonesa, en todos los aspectos, fue algo histórico para los maratonistas.

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