En Morón, un carnicero cansado de los robos armó un "kit antichorros"´, un falso botín para espantar a los delincuentes.
Convencido de que iban a volver a asaltarlo, preparó un señuelo seductor: un voluminoso fajo de billetes de baja denominación y un celular viejo para poder darles a los asaltantes ni bien entraran a su carnicería.
Pasó. Los delincuentes irrumpieron en su local, le apuntaron, pero terminaron cayendo en su ardid.